Edited by Heather Martin
El lunes pasado, senadores demócratas y republicanos anunciaron un pacto para presentar una reforma legislativa que incluya una vía para legalizar a más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos. De prosperar, este proyecto conllevaría importantes consecuencias demográficas, económicas y políticas para la potencia del norte.
En efecto, una ley de esta naturaleza, la más ambiciosa remodelación del modelo migratorio estadounidense en varias décadas, permitirá salir de la sombra a millones de familias (varias de ellas de origen boliviano) que actualmente viven en una suerte de semiclandestinidad. Situación que además de mejorar su calidad de vida y de abrirles oportunidades, potenciaría la economía de Estados Unidos.
Y es que, a diferencia de lo que piensa mucha gente, los inmigrantes traen desarrollo a las regiones donde se trasladan, y su desempeño en diferentes áreas suele ser sobresaliente. Pues, cuando, en busca de mejores oportunidades, alguien deja atrás la seguridad económica y moral que deviene de la familia, de la tradición familiar y del propio Estado, no tiene otra opción salvo la de esforzarse para salir adelante; ya sea trabajando para otros, o bien emprendiendo su propio negocio.
Ahora bien, tampoco se puede negar que algunos inmigrantes, los menos, se dedican a delinquir. Pero esto ocurre en gran medida por la falta de oportunidades y la posición de desventaja en la que se encuentran frente al resto. De allí que una reforma migratoria también contribuiría a disminuir la delincuencia. Ya que, por un lado, el proceso de regularización ayudaría a identificar, y luego deportar, a quienes tienen antecedentes penales; por otro lado, al darles mayores oportunidades para trabajar legalmente, se evitaría que varios inmigrantes incurran en el mundo criminal.
Cabe aclarar que el proyecto no significa un camino de rosas para los indocumentados. Puesto que, para recibir papeles, primero tendrán que registrarse, pagar una multa, cancelar los impuestos impagados desde que viven allí, someterse a varias entrevistas, aprender inglés y estudiar lo esencial de la historia y el sistema político de EEUU. Cumplidos esos trámites, sus solicitudes de residencia serán puestas detrás de los pedidos legales. Esto, con el propósito de no dar ventaja a los ilegales sobre quienes siguen el camino señalado por la ley.
Adicionalmente, la reforma contempla crear nuevos mecanismos de control fronterizo y visados más rigurosos, para evitar otra acumulación masiva de indocumentados en los próximos años. No cabe duda de que se trata de un proyecto propositivo, con beneficios para propios y extraños. Cabe esperar que los republicanos, especialmente los de la fracción más radical (Tea Party), dejen de vivir a espaldas de la realidad de su país y den luz verde a esta importante reforma.
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