Edited by Daye Lee
Los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos –entre los que habrá unos dos millones de salvadoreños– ya saben que finalmente hay una luz al final de la incertidumbre de su situación irregular. La propuesta bipartidista de una reforma migratoria en el senado estadounidense, ha abierto una senda a la esperanza para esta gente que, buscando un mejor futuro, quedó atrapada en el limbo de ser indocumentada.
El proceso seguramente será largo dadas las intrincadas escaramuzas que caracterizan a la política norteamericana, pero sin duda, es el momento para una reforma migratoria integral que los legalice, les dé acceso a un permiso de trabajo, una residencia permanente y a una eventual reunificación familiar.
El hecho que la propuesta venga de los dos lados del espectro político norteamericano y que cuente con el decidido apoyo del presidente Barack Obama, muestra la importancia que ha adquirido la comunidad hispana en aquella sociedad. Fueron los hispanos en gran medida, la clave del triunfo de Obama en noviembre pasado y fueron los hispanos también los responsables de la debacle republicana y el desastre del llamado Tea Party, el neoconservadurismo republicano.
Una regularización de nuestros compatriotas indocumentados no solo traerá tranquilidad, certidumbre y una vida mejor para ellos en Estados Unidos, sino también para sus familias en El Salvador y para nuestra economía en general, tan dependiente de sus remesas. Ojalá que esta esperanza se concrete y tenga un final feliz.
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