Las ‘normas’ del decoro en el vestuario femenino no se han extinguido: la comunidad jasídica de Brooklyn es la última en levantar polémica por su código de modestia para las mujeres.
Williamsburg, Brooklyn. Unos hombres vestidos al estilo tradicional ultraortodoxo judío entran en una zapatería y amenazan al dueño: ¿quiere volver a vender esos zapatos que tiene? Pues más vale que hable con su hija, esa falda que lleva casi roza la rodilla y vulnera los códigos de vestimenta de la comunidad. También sería una lástima que las lunas de su escaparate apareciesen rotas, ¿no?
Al parecer, esto está sucediendo según han destapado varios medios estadounidenses, empezando por el New York Times, que dedicó hace unos días un reportaje a esta “mafia del decoro”, obsesionada con mantener el estándar entre las mujeres de la comunidad jasídica, suelen cubrir sus cabezas con pelucas y sombreros o pañuelos y vestir en tonos oscuros, siempre con medias y de manera exremadamente púdica, con blusas sin escote y cuyas mangas cubran siempre las muñecas.
El artículo también refleja el testimonio de un tendero de la avenida Lee, el núcleo comercial del barrio ultraortodoxo de Brooklyn, que recibió una llamada amenazadora a propósito de sus maniquíes. Al parecer, eran demasiado sexies y podían excitar a los hombres de la zona. “Hágale un favor al barrio y sáquelos del escaparate, estamos tratando de salvaguardar la comunidad”, le dijeron.
Otros detalles similares emergieron en un juicio reciente que ha tenido lugar en torno al caso de Nechemya Weberman, un miembro destacado entre los jasídicos de Brooklyn que actuaba, entre otras cosas, como “consultor de decoro” y al que se acudía para ver lo que era y no era correcto dentro del estricto código de la comunidad. Una joven testificó en el juicio contando como varios hombres con el rostro cubierto por máscaras y que se identificaron como un comité de modestia irrumpieron en su habitación y le arrebataron el teléfono móvil, considerado impuro. Otros testigos relataron escenas similares con iPads y ordenadores. Durante la vista se supo también que el sombrío comité chantajeó a un hombre casado que mantenía una aventura para que les pagase a cambio de su silencio. Weberman fue finalmente condenado a 103 años de prisión por abusos sexuales a una menor que le habían enviado para someterse a terapia, pero el juicio sirvió, como se ve, para destapar muchas otras prácticas dudosas de estos extremistas religiosos, que casi siempre suelen centrar sus preocupaciones en la mujer y el cuerpo femenino.
Por supuesto, la comunidad ultraortodoxa judía no es la única que padece esta clase de obsesiones. En Irán opera desde hace más de un lustro la llamada Policía de la Moral o Policía de la Virtud, que, entre otras cosas se encarga de amonestar (o incluso arrestar, como puede verse en este vídeo de 2007 que hiela la sangre) a las mujeres que no llevan bien puesto el velo. En Arabia Saudí acaba de vivirse una polémica en torno a las declaraciones del clérigo Abdullah Daoud, que en una entrevista en la cadena Al-Majd TV abogó por imponer el velo islámico también a las bebés. La medida, defiende, serviría para proteger a las niñas de posibles abusos sexuales. Muchos saudíes se volvieron en contra de las palabras del clérigo en Twitter, asegurando que denigran las leyes verdaderas del Islam.
De vuelta a Estados Unidos, un grupo de mujeres mormonas convocó el pasado 16 de diciembre el Día de Llevar Pantalones a a Iglesia, como una manera de reclamar mayor autonomía y relevancia dentro de esta fe, de tradición conservadora. En los años ochenta y noventa, la Iglesia de los Santos de los Últimos Días excomulgó a varias autoproclamadas mormonas feministas de manera muy pública, como aviso a otras revoltosas que pudiesen tener ideas aperturistas, pero durante los últimos años el movimiento ha resurgido a través de blogs como Feminist Mormon Housewives. El Día de los Pantalones también se hizo global a través de las redes sociales y muchas mujeres mormonas colgaron sus fotos con su traje (pantalón) de domingo, mientras que otras lamentaban no poderse unir por miedo a reprimendas de sus pastores o de sus maridos. La promotora de la iniciativa, Stephanie Lauritzen, de 26 años y residente en Salt Lake City (Utah), recibió numerosas amenazas anónimas.
Pero no hay que ser mormona para recibir reprimendas en la Iglesia. El pasado verano, el joven obispo de Solsona, Xavier Novell, consdierado uno de los recursos más media-friendly del catolicismo español (en 2011 acudió al programa de Buenafuente en La Sexta y el año pasado se sometió al interrogatorio de Karmentxu Marín en la contra de El País) llamó la atención a tres chicas que asistían a su misa de confirmación en el pueblo de Palau d’Anglesola por haber acudido con minifalda. El propio obispo lo explicó en su página de Facebook: ” Al final de la celebración lo dije públicamente, para corregirlas y recordar a todos los fieles que en la iglesia se tienen que evitar los vestidos inadecuados”.Y añadía: “muchas personas me felicitaron porque también les pareció escandaloso la manera de vestir de aquellas chicas”.
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