El canciller salvadoreño informó a la prensa que, junto a sus homólogos de Guatemala y Honduras, visitarán Washington a finales de este mes para hacer gestiones con legisladores norteamericanos sobre el tema de la reforma migratoria. Unos cinco millones de inmigrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras viven en EE UU. Las remesas familiares enviadas por los inmigrantes suponen fuertes inyecciones de dólares a las economías de sus países, que en el caso del Triángulo Norte sumaron al menos 11.517,5 millones de dólares en 2012. Satisface la iniciativa. Unas semanas atrás esto dijimos en este espacio editorial:
La gran mayoría de compatriotas que se fueron para Estados Unidos lo hizo porque aquí su permanencia se hacía invivible. Algunos partieron varios años atrás, como consecuencia de los conflictos armados en la región. Honduras, en la década de los 80, recibió unos 400 mil refugiados de las naciones vecinas ensangrentadas por la violenta polarización. De zonas fronterizas con Guatemala, El Salvador y Nicaragua, familias enteras de hondureños fueron desplazados de sus hogares y de sus tierras, como consecuencia de aquella conmoción. Allí, en esas regiones aledañas a Nicaragua, se situó la “contrarrevolución” patrocinada por los Estados Unidos. Parecido sucedió cuando aquel gobierno presionó para que en territorio catracho se entrenaran soldados salvadoreños -pese a lo lesivo al interés nacional- involucrando a nuestro país en conflictos ajenos. Más tarde -vaya cosa insólita-, consecuencia de aquellas decisiones, el país tuvo que indemnizar al norteamericano expropiado de la propiedad ocupada para el entrenamiento.
Recordamos esos pasajes tristes de la historia porque fue entonces que muchos compatriotas emigraron a los Estados Unidos. No tanto para hacer realidad el “sueño norteamericano”, sino por imperiosa necesidad. De vida o muerte. Obviamente que los desplazados de sus propiedades, en las zonas fronterizas, no viajaron con visa. Se fueron indocumentados y así ingresaron al territorio norteamericano. Enfatizamos sobre este hecho porque allá ya días esgrimen el argumento que toda esa gente que entró indocumentada merece un castigo -que los regresen a sus países- porque no lo hizo por la vía legal. Pregunta: ¿Y qué otra opción les quedaba? ¿Es que la Embajada iba a darles la visa de ingreso a los Estados Unidos? Se fueron, desplazados de sus tierras por refugiados de otros países, producto de un conflicto en que el mismo gobierno estadounidense tuvo participación. Incluso, cuando el gobierno norteamericano concedió un trato preferencial para estadía a los inmigrantes de los demás países centroamericanos, impulsado por la comunidad cubana en aquel país, Honduras fue excluido de los privilegios porque argumentaron que aquí no hubo guerra. ¿Ajá… y los refugiados que recibimos? ¿Y la Contra -auspiciada por el gobierno gringo- que se instaló aquí?
Pues bien. Hasta después del huracán Mitch, gracias a gestiones del gobierno hondureño de aquel entonces, los Estados Unidos, por razones humanitarias, concedió un Estatus de Protección Temporal a los inmigrantes. Y una moratoria a las deportaciones. Aquello igual favoreció a los demás países de la región. Durante ese cataclismo, cientos de familias también emigraron al norte. Tampoco para perseguir el sueño americano, sino porque aquí quedaron sin nada. Las aguas arrasaron con el esfuerzo de toda una vida. Tampoco se fueron con visa. Nadie se las a iba a dar. Cierto que muchos otros que se fueron lo hicieron después, porque aquí no pudieron encontrar trabajos dignos, y algo tenían que hacer para que sus desamparadas familias no se murieran de hambre. El gobierno de Obama no pudo cumplir su promesa a los hispanos que lo apoyaron en su primera elección. Vamos a la segunda vuelta. Ahora que se discute nuevamente la reforma migratoria en los Estados Unidos, para procurar una vía hacia la ciudadanía de los indocumentados, ojalá tomen en cuenta todas estas circunstancias. Porque allá hay personas que tienen la creencia que esa gente que llegó lo hizo subrepticiamente, en forma ilegal, solo por antojo. Como hemos apuntado, no fue así. El gobierno hondureño debe enviar delegaciones a explicar todas estas razones a congresistas y senadores. A refrescarles la memoria de los motivos por los cuales muchísimos hondureños están allá.
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