Revoking Homophobia

Edited by Gillian Palmer

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A nivel planetario, hay revocaciones para todos los gustos. Entre el 2007 y el 2008 un comando ciudadano llevó adelante un referéndum en California para bajarse la ley estatal que permitía el matrimonio gay. El 4 de noviembre del 2008 lo logró, por 52,5% contra 47,5. Pero ahora ha surgido una posible contra-revocación que podría hacer historia.

A partir de esta semana, el Tribunal Supremo de EEUU verá una demanda presentada para revocar dicha norma, llamada la Proposición 8. Y otra para derogar la DOMA (Defense of Marriage Act), una ley que, en 1996 (¡durante el gobierno de Bill Clinton!), definió al matrimonio como la unión legal entre un hombre y una mujer, a nivel federal.

Las dos demandas ahora cuentan con respaldos políticos monumentales: el propio Clinton (hoy cuasi arrepentido de haber puesto su firma en tal ley), su esposa Hillary (que comienza a jugarse sus cartas para los futuros comicios presidenciales) y el mismísimo Barack Obama, el primer presidente que saca su opinión del clóset sobre este tema.

Hasta Clint Eastwood, el famoso cineasta y hombre duro en sus papeles e ideas, se ha mostrado a favor, con lo que la chamba de los jueces se enfrenta a un viento de opinión pública fuerte en pro de las bodas homosexuales. Según Gallup, un 54% de los estadounidenses estaría de acuerdo con ellas. El amor multicolor ahora es más aceptado.

La decisión, empero, no será fácil. La corriente ultra en contra de abrir la ley a una mayor igualdad ciudadana tiene sus comandos. Antonin Scalia, peligrosamente uno de los jueces del Supremo, comparó –en una presentación en la Universidad de Princenton, en diciembre pasado– las leyes que castigan la homosexualidad con las leyes que penalizan el asesinato.

Parece increíble, pero el mundo aún no se sacude del prejuicio. En Francia, acaba de producirse una nutrida manifestación contra la inminente aprobación del matrimonio gay, que está por pasar al Senado. Y en Argentina un grupo de desorbitados golpeó a un joven homosexual con el orate “argumento” de que el nuevo Papa está contra los “putos”.

Eric Holder, el fiscal general de los EEUU, ha hecho un símil entre la lucha por los derechos homosexuales y la gesta por los derechos civiles. La comparación es certera: existen rabinos, pastores, políticos e incluso curas (solapas), así como una gran masa ciudadana, global, que ve claramente en la homofobia un turbio olor a desprecio del otro/a.

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