El primer trimestre del segundo mandato de Barack Obama amenaza con terminar bajo similar turbulencia económica que en el período de 2008, pero con el agravante de menor popularidad para el mandatario y mayor proselitismo crítico-opositor de los republicanos.
Cuando Obama llegó a la sede ejecutiva de Washington hace cuatro años, la Casa Blanca era el principal blanco federal de señalamientos debido a la controversial decisión de apoyar financieramente a corporaciones automotrices como General Motors y consorcios bancarios como CityBank.
Hace casi un lustro los índices del desempleo y subempleo nacionales duplican las tasas aceptables para los expertos, que serían de 4,5 por ciento, acorde con los actuales datos de salarios, gastos, ingresos y consumo en la enmarañada arquitectura macroeconómica estadounidense.
Durante el mismo periodo, líderes de ambos partidos en el Congreso y Gobierno se han embotellado en un guión argumental antagónico a tenor del cual los republicanos se atrincheraron en defender menores impuestos y multiplicidad de recortes presupuestarios, mientras los demócratas proponen exactamente la tesis contraria.
Entretanto, el débito anual marcha fijo en más de un billón de dólares, la deuda estatal resultante marca 16 millones de millones -ampliamente por encima del PIB-, los trabajadores desocupados y subempleados frisan en 15 millones, y las estadísticas de la pobreza tocan a alrededor de 43 millones de individuos.
El actual escenario ha devenido en un excelente pretexto para que los opositores del presidente abran fuego verbal contra la Oficina Oval. El programa de subsidios federales de Obama es insostenible y Estados Unidos enfrentará otra crisis económica en mediano plazo por culpa de la abultada deuda estatal, vaticinó un líder republicano.
Todos sabemos bien lo que se avecina, y conocemos que la única manera de evitarlo es reformando el plan de presupuesto derrochador diseñado por la Casa Blanca para el próximo año fiscal, censuró John Boehner.
Según el jefe de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, el país no registrará un colapso financiero a corto plazo, pero problemas e irregularidades serias asomarán en tres o cuatro años, alertó el entrevistado en la cadena ABC News.
Los números van por 16 billones de dólares en débitos gubernamentales, Washington tiene una responsabilidad con nuestros nietos de resolver este dilema, porque de lo contrario tendremos una grave crisis a la vuelta de la esquina, remarcó Boehner.
En opinión del congresista, la única solución permanente es recortar los gastos y mantener el balance de impuestos en el orden actual. Empero, aparentemente, tal fórmula de compromiso no es tan fácil.
Expertos del Instituto de la Política Económica (IPE) advirtieron en la primera semana de marzo que más de dos millones de empleos se perderán durante 2014 en Estados Unidos de aprobarse un programa republicano que pretende recomponer el presupuesto federal.
Si la Casa Blanca accede a implementar el proyecto del congresista Paul Ryan, la economía nacional se contraerá en 1,7 por ciento y el desempleo aumentará en 0,8 puntos porcentuales, alertó la misma fuente.
La idea de Ryan es suprimir 4,6 billones de dólares de los dispendios domésticos y esta opción perjudicará sobremanera los estándares de vida de la clase media estadounidense, subrayó un comunicado del IPE.
El representante por Wisconsin igualmente pretende revocar la reforma de salud aprobada en 2010, suspender las restricciones aplicadas al mercado bursátil de Wall Street, modificar el seguro Medicare (para ancianos) y reducir impuestos a grandes corporaciones.
Según el excandidato a la vicepresidencia por el partido republicano, con su plan el presupuesto estará balanceado para el 2023, pero habría que congelar el llamado Obamacare (reforma de salud), reformar el sistema de subsidios estatales y rediseñar el código tributario. Apenas una nimiedad, acotan los escépticos.
Por el momento un recurso temporal, bosquejado desde 2011 y con la forma de un embargo de capitales equivalente a 85 mil millones de dólares, entró en vigencia a inicios de marzo y tuvo un primer impacto serio en el respaldo del gobierno central a cruciales sectores sociales como la educación y la salud pública.
Las escuelas públicas estadounidenses urgen de una reparación capital valorada en 270 mil millones de dólares para contrarrestar el mal estado estructural de muchos edificios, alertó en ese sentido un reporte institucional.
Acorde con el informe del Center for Green Schools (CGS), patrocinado por el expresidente William Clinton, para modernizar y actualizar las tecnologías de estas instituciones Washington tendría que gastar el doble de dinero: 542 mil millones de dólares.
Las cifras fueron difundidas por el CGS en el contexto de una controversia política entre congresistas demócratas y republicanos, preocupados ambos partidos por un desproporcionado desbalance fiscal federal y la excesiva deuda que supera el producto interno bruto.
Expertos de la Oficina de Control Gubernamental recordaron que la anterior estadística sobre el mismo sector data de 1995, cuando se calculó que los colegios del país necesitaban de un fondo de rehabilitación de al menos 112 mil millones de dólares.
Tenemos la obligación moral de resolver este problema, si queremos hablar de una educación con calidad. Nadie quiere enviar sus hijos a escuelas con problemas en los baños, el sistema eléctrico o con los aires acondicionados rotos, subrayó O’Shea Jackson, delegado de la Federación Americana de Maestros.
El programado recorte de presupuestos en Estados Unidos afectará la seguridad y el crecimiento económico nacional, pero también un amplio rango de sectores educacionales, advirtió el Directorio Noticioso de Universidades (DNU).
Según un análisis de la organización no gubernamental, el anunciado embargo de capitales federales tendrá un impacto negativo en los fondos destinados a la instrucción pública y en el mercado laboral vinculado al ejercicio del magisterio en el norteño país.
Millones de estudiantes en todos los niveles sentirán los efectos perniciosos derivados de una disminución en los subsidios por casi tres mil millones de dólares a partir del 27 de marzo, admitió en un comunicado el presidente Barack Obama.
Existe el peligro de que 10 mil profesores pierdan sus empleos en los próximos tres años, además siete mil 200 maestros de educación especial quedarán sin protección financiera para sus carreras, detalló un reporte del DNU.
Igualmente trascendió que más de 70 mil niños y jóvenes podrían ser separados del programa federal Head Start, el cual desde 1965 planifica servicios de ayuda a colegiales procedentes de familias con bajos ingresos.
La secretaria de Educación, Arne Duncan, reconoció que el recorte de capitales afectaría a casi el 70 por ciento de los distritos escolares en Estados Unidos, y pondría bajo riesgo a 14 mil empleos en el ámbito de la instrucción pública.
Tras semanas de imputarse mutuamente la responsabilidad por la eventual crisis presupuestaria que representará la congelación de 85 mil millones de dólares, Obama y sus opositores no se han puesto de acuerdo para encontrar una solución política.
El embargo afectaría el millonario apoyo financiero para el Pentágono, pero en igual medida tendría un impacto cívico a mediano plazo por la vía de más desempleo y menos respaldo a la salud pública, entre otros programas domésticos.
Analistas calculan que la contracción presupuestaria -la cual entraría en vigor el 27 de marzo- costará en total la evaporación de 750 mil puestos laborales, y una ralentización en la expansión industrial de 0,6 por ciento para final de este año.
También casi cuatro millones de desocupados verán reducidos sus auxilios monetarios, y las reducciones en pagos estatales a hospitales y doctores podrían alcanzar 10 mil millones de dólares.
Demócratas en el Senado presentaron un recurso que separaba 110 mil millones de dólares del déficit, pero republicanos pusieron luz roja a una iniciativa que además le subía impuestos a los millonarios.
Lo cierto es que menos de la mitad de los estadounidenses consideran que el presidente Barack Obama está haciendo un buen trabajo, según reflejó un sondeo de opinión de la televisora CNN y la agencia ORC International.
Acorde con las fuentes, el nivel de aprobación sobre gestión ejecutiva para el mandatario demócrata era de 47 por ciento en la tercera semana de marzo, lo que representa una caída de ocho puntos porcentuales desde diciembre último.
Además es la primera vez desde septiembre de 2012 que el gobernante atrae cifras de popularidad menores al 50 por ciento, mientras un 41 por ciento de los consultados mantiene una impresión favorable del Partido Republicano.
El mismo estudio evidenció que un 48 por ciento de los ciudadanos entrevistados manifiesta un punto de vista desfavorable respecto al sistema de gobierno bipartidista dominante en Estados Unidos, indicaron voceros de ORC.
Más del 55 por ciento de los encuestados señaló que el jefe de estado no está haciendo lo suficiente para colaborar con sus opositores políticos en la negociación a fin de resolver el abultado déficit fiscal de la nación.
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