Relations with the US Government

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Lo que enturbia las relaciones con el gobierno de Estados Unidos es la conducta reiteradamente provocadora y agresiva del régimen venezolano

El jueves pasado la prensa venezolana publicó una nota con el encabezamiento: “Caracas suspende por el momento” contactos con Washington. Efectivamente, no se trata de las relaciones de Venezuela con Estados Unidos, las cuales no han sufrido ninguna merma salvo la que originó la decisión norteamericana de expulsar a la cónsul venezolana en Miami acusada de acciones dirigidas contra los sistemas de informática de la Casa Blanca, la CI, el FBI, la Agencia de Seguridad Nacional y centrales nucleares.

Aparte de la medida de reciprocidad que normalmente procedía en ese caso, el régimen venezolano decidió cerrar el consulado en Miami lo, cual no era un represalia contra el gobierno norteamericano sino que castigó de manera arbitraria e injusta a todos los venezolanos residentes en Florida, obligándolos a recurrir a los consulados en otras ciudades para cumplir los actos del Estado civil y a viajar a Nueva Orleans para participar en la elección presidencial.

La Cancillería informó que el usurpador de la primera magistratura decidió “suspender por el momento el canal de comunicación que se había establecido” en rechazo a las declaraciones de la secretaria de Estado adjunta Roberta Jacobson. “Roberta Jacobson, cuando usted entienda que Venezuela es un país soberano, entonces vuelva a llamar” dijo Jaua, y agregó: “todas las relaciones diplomáticas y consulares se mantienen”. “Ojalá haya una rectificación y cese la injerencia de Estados Unidos”.

Esta última frase confirma mi punto de vista de que en las relaciones país a país no existe ningún problema. Los intercambios comerciales y los negocios continúan. Más bien las compras del gobierno venezolano de alimentos y artículos de toda clase en los Estados Unidos han aumentado considerablemente como resultado del desabastecimiento en nuestro país resultante de la absurda política financiera y comercial que aplica el régimen venezolano. Es más, hasta hemos tenido que recurrir al mercado norteamericano para comprar gasolina a fin de cubrir el déficit en la producción de la empresa petrolera venezolana. ¡Insólito! Lo mismo ocurre con las relaciones económicas y con el intercambio de personas. Los venezolanos, incluso los oficialistas siguen viajando al “imperio” sin ninguna traba.

Pero veamos qué dijo la señora Jacobson que provocó tanto prurito al régimen. Simplemente dijo que su país desea que la elección del 14 de abril sea democrática y aseguró que el gobierno de Obama desea “una relación funcional, productiva y positiva con cualquier gobierno que resulte de la elección presidencial”. “Los venezolanos merecen unas elecciones abiertas, justa y transparentes en las cuales todos electores puedan ejercer su voto con la certeza de que su decisión será respetada”. “Será difícil, pero eso es lo que los venezolanos quieren y la comunidad internacional debe apoyar”.

Pregunto ¿es esto injerencia? ¿No puede un gobierno amigo expresar sus expectativas acerca de una elección que como todas las anteriores y como sabe la comunidad internacional, se perfila plagado de abusos de poder, manipulaciones, presiones y amenazas a los votantes, empleo de los recursos, materiales, financieros y humanos para tratar de imponer al candidato oficialista y que además cuenta con la complicidad del órgano responsable de supervisar la ejecución del proceso comicial?

En cambio, el régimen no dijo pío cuando el jefe del Comando Sur, general John Kelly dijo, en esos mismos días, en una audiencia en el Congreso que “prevé el triunfo de Maduro en las elecciones del 14 de abril”.

La reacción del gobierno norteamericano no se hizo esperar. Rechazó categóricamente las alegaciones del régimen venezolano y se manifestó “decepcionado” por sus continuas e infundadas acusaciones. Adicionalmente el gobierno norteamericano anunció que se mantendrá “alejado” de las elecciones de Venezuela para evitar acusaciones “como las que se han producido en estos días”.

Entre esas acusaciones destaca la del usurpador de la silla de Miraflores en el sentido de que la CIA inoculó el cáncer al fallecido jefe de Estado.

Tamaña barbaridad, producto de la ignorancia del bigotudo usurpador. Solo a un papanatas se le ocurre decir eso. Ya expertos en la materia han explicado que es imposible inocular el cáncer. Pero es que además ha dicho que creará una comisión para “demostrar” que efectivamente eso ocurrió. ¿Por qué, en su oportunidad no convocó una comisión para verificar el estado de salud del mandatario muriente?

Otra afirmación ridícula y absurda es aquella según la cual la CIA, en combinación con agentes venezolanos, tiene un plan para asesinar a Henrique Capriles.

¿Hasta cuándo van a seguir inventando acusaciones fantasiosas que ni ellos mismos se las creen y piensan que los venezolanos somos imbéciles para tragarnos sus mentiras?

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