Biden Awakens New Hopes

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En política, el empleo de una palabra en vez de otra en los discursos puede significar al menos la esperanza de cambios importantes en las acciones planificadas y hechas realidad, aunque esto ocurre solo cuando existe un genuino interés de parte de quien las pronuncia y responde a decisiones que se hacen públicas por medio de funcionarios, generalmente de muy alto nivel.

El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, pronunció ayer una de esas frases, al indicar que el interés estadounidense ha cambiado de preguntarse qué puede hacer por América Latina a qué puede hacer con América Latina, durante la 43 Conferencia de las Américas, que cada año realizan el Departamento de Estado y el Consejo de las Américas. Es un cambio que puede ser fundamental y de beneficio mutuo.

Las próximas semanas serán de intensa actividad diplomática estadounidense. Los presidentes de Chile y de Perú visitarán Washington, y Biden irá a Brasil y Colombia, mientras la secretaria de Comercio en funciones, Rebecca Blank, viajará a esos dos últimos países y a Panamá, para conmemorar un año de los tratados de libre comercio.

Por su parte, el senador republicano Joe McCain expresó en esa misma reunión que América Latina debe imponer mayores presiones para que Estados Unidos haga cambios en su estrategia contra las drogas, durante la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) que tendrá lugar en junio en Antigua Guatemala, tema del cual casi nada ha informado el gobierno guatemalteco.

De acuerdo con dicho senador, los países centroamericanos se encuentran al borde de ser tomados por el narcotráfico, una posición que implica interpretar la realidad del Istmo de manera distinta a como lo ha hecho Estados Unidos en los últimos años. Un cambio en este sentido puede ser válidamente considerado como producto del criterio de modificaciones en la estrategia antidrogas propuesta hace un año por el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, a la que McCain califica de necesaria y de urgente.

En esa misma reunión, poca duda cabe de que la OEA necesita pronunciarse al respecto de la crisis política venezolana, y con ello permitirle al gobierno guatemalteco comprobar por qué no constituye una buena idea la adhesión a un programa como Petrocaribe, el cual se encuentra fatalmente enfermo desde hace tiempo, como consecuencia de la seria crisis venezolana postelectoral.

Estados Unidos no puede olvidar que en el pasado lejano y reciente se han dado pronunciamientos similares a los hoy comentados, sin que realmente se hayan traducido en acciones positivas y tangibles para la región. Esto parece haber sido comprendido tanto por los demócratas como por los republicanos. Como queda claro, es amplia e importante la agenda de temas que deben ser discutidos por Estados Unidos y sus interlocutores. No es necesario mencionar el de la ley de inmigración, por su evidente importancia. Solo queda esperar que las palabras se conviertan en realidades beneficiosas.

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