The name Edward Snowden was unknown up until last week. The foremost dailies in England and the United States were investigating the CIA ex-contractor who revealed how the U.S. National Security Agency has an immense network that spies on millions of phone calls and emails of U.S. citizens.
It’s the old dilemma of security for all versus privacy — another battle between individual liberty and a controlling state. Edward Snowden decided to reveal his identity. He did so from Hong Kong, and he may face charges in the federals courts of his country of origin. This case is comparable to the one in which soldier Bradley Manning is being court-martialed for having turned over secret documents to WikiLeaks, which, according to the United States, is an attack against its national security.
This case has led to Julian Assange being locked inside the four walls of the Ecuadorean Embassy in Great Britain. From his asylum in London, the Australian hacker stands in solidarity with Snowden.
Spying is nothing new for a country that celebrates freedom, from the Pentagon Papers to Watergate and the Iran-Contra affair. At the moment, the information technology expert’s revelations are the most recent, but they certainly will not be the last leak to come out. The debate around civil liberties versus government intrusion has become a hot topic, even more so since the Patriot Act was written after the attack on the World Trade Center.
El nombre de Edward Snowden era desconocido hasta la semana pasada. Grandes diarios de Inglaterra y Estados Unidos investigaban a este ex contratista de la CIA que reveló cómo la Agencia Nacional de Seguridad de los Estados Unidos tiene una inmensa red que espía millones de llamadas de los ciudadanos y sus correos electrónicos.
Es el viejo dilema entre la seguridad de todos y la privacidad. Otra batalla entre la libertad individual y un Estado controlador. Edward Snowden decidió revelar su identidad. Lo hizo desde Hong Kong y podría enfrentar cargos ante las cortes federales en su país de origen. El caso es comparable con aquel que afronta el soldado Bradley Manning ante una corte marcial, por haber entregado a Wikileaks documentos secretos, lo que según Estados Unidos atenta contra su seguridad.
Las derivaciones de ese caso tienen a Julián Assange encerrado entre las cuatro paredes de la Embajada del Ecuador en Gran Bretaña. El pirata informático australiano se solidariza desde su asilo en Londres con Snowden.
El espionaje no es cosa nueva en un país que preconiza la libertad. Desde los papeles del Pentágono, pasando por el Watergate y el Irangate, hoy la revelación del experto en informática es la más reciente, pero seguramente no será la última filtración. El debate se torna candente entre las libertades civiles y la intromisión, mayor aún desde el Acta Patriótica escrita tras el ataque a las Torres Gemelas.
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