A Historic Verdict

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En el 2009 murió en Nueva York una mujer llamada Thea Spyer. Se había casado en Canadá hacía dos años con su amor de mucho tiempo, otra mujer llamada Edith Windsor. Thea dejó su testamento a favor de su compañera. Pero cuando Edith quiso reclamarlo, la oficina de impuestos de Estados Unidos arguyó que la ley de defensa del matrimonio solo aplica el término cónyuge a los matrimonios heterosexuales y la obligó a pagar 363.000 dólares. Windsor demandó ante la Corte Suprema de Justicia y esta acaba de producir una sentencia histórica, que declara inconstitucional el artículo pertinente de la ley, reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo y señala a Edith como heredera conyugal de Thea.

El razonamiento que venció por mayoría en la Corte fue sencillo y contundente: “Esta ley trata a las parejas de gays y lesbianas comprometidas en una relación amorosa como si fueran una clase inferior y apartada de gente”. El argumento desborda el ámbito de las leyes federales estadounidenses y merece convertirse en materia de reflexión en otras sociedades que afrontan la duda de si legalizar o no el matrimonio gay. Una de ellas es Colombia, donde un poderoso lobby ultraconservador, encabezado por el procurador Alejandro Ordóñez, pretende negar tal derecho a las parejas homosexuales y mantenerlas legalmente segregadas. Se trata de una discriminación equiparable a la que practican otros países por razones raciales o religiosas. Como la Constitución de Estados Unidos, la de Colombia consagra la igualdad de los ciudadanos. Esa noción según el cual los gays son menos iguales que los demás no figura en nuestra Carta Magna. La sentencia de la Corte estadounidense marca un hito en lo relativo al matrimonio homosexual y al derecho de los ciudadanos adultos y libres a una intangible intimidad. Como en otros temas –derechos femeninos, aborto, servicio militar obligatorio, etc.–, la decisión de Washington producirá ondas distantes. Por lo pronto, uno de los primeros en beneficiarse de la sentencia en Nueva York fue un colombiano, Steven Infante. Ya no podrán expulsarlo del país porque ahora es pareja legal de un estadounidense.

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