Spineless

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El Senado estadounidense aprobó la reforma migratoria comprometida por Obama, hecha posible por el abrumador voto latino, que lo compromete, y el reconocimiento republicano de esta fuerza que le negó el voto a su política anti inmigrante. La Dra. Castañeda del Colegio de la Frontera Norte elaboró una síntesis que retomo. Ante el reconocimiento de que viven en EU más de 11 millones de indocumentados, se confrontaron en el debate, dos posiciones: 1) la que reconoce su contribución a la sociedad americana, propone sacarlos de las “sombras” mediante una “ruta” hacia su ciudadanización; 2) la que califica a los indocumentados, violadores de la ley que deben de ser castigados, no recompensados. La propuesta inicial de la reforma fue concebida básicamente desde el eje de la seguridad nacional, definiendo a la frontera sur como espacio vulnerable, pese a que 4.5 millones de 11, entraron con visa, no por la frontera. Enfoque impuesto por la línea dura republicana, condiciona la reforma a la militarización de la frontera: 20 mil agentes más a la patrulla fronteriza, 4.6 mil millones de dólares para ampliación de la barda fronteriza de 700 millas; técnicas de vigilancia, drones. Sobredimensión de “peligros” y determinación que quienes cruzan por el sur, son criminales por romper la ley.

Respecto al tema, la legalización de indocumentados, restringidos a quienes entraron antes del 2011, se establecen diversas “rutas”: para un millón 800 mil jóvenes, que llegaron infantes, ruta corta a la ciudadanía en cinco años; para trabajadores agrícolas, ruta corta de cinco años para la residencia; a quienes califiquen para un estatus provisional, ruta larga, 10 años mínimo. Compelidos a saltar innumerables obstáculos, condiciones, siempre bajo sospecha. Se condiciona el inicio del otorgamiento de los estatus provisionales a que esté implementada la “seguridad” en la frontera. Se impone la dureza, los nuevos indocumentados serán criminales y encarcelados.

La prensa estadounidense narra las reacciones a la reforma, enviada a la Cámara de Representantes, cuyo líder, republicano, amenaza: no pasará. Destacan que para que la reforma pasara por amplio margen, el grupo bipartidista impulsor acordó con dos Senadores republicanos, Bob Corker y John Hoeven la imposición de esas aberrantes condiciones para la seguridad fronteriza. Los activistas para la reforma migratoria expresaron su indignación. Calificada como demasiada inclinada a la seguridad y lejos de la ciudadanía a indocumentados. El Centro Fronterizo de Derechos Humanos afirmó que la reforma significaba “una promesa de abusos, violaciones y muerte para los residentes de las comunidades fronterizas”; Kika Matos, del Centro Pro Derechos y Justicia Racial, reconsideró si valía la pena seguir apoyando la reforma; Frank Sharry, veterano de la lucha por los migrantes, declaró: “se ha cedido demasiado a los republicanos que quieren mayores restricciones”. El grupo llamado “18 millons rising” declaró: “la reforma sólo lastimará más a los inmigrantes, sus familias y la economía, haciendo el camino hacia la ciudadanía más oneroso, exacerbando el clima de temor creado por la criminalización y la vigilancia intrusiva”. El Instituto Mexicanos en el Exterior declaró: “hundirá más en la pobreza a los mexicanos”, ¿qué harán con los que no califiquen?

Por otro lado, se afirma que la reforma contará en la Cámara de Representantes con un amplio apoyo de organizaciones empresariales, agricultores, lo que demuestra que son los intereses norteamericanos, quienes han auspiciado la inmigración que hipócritamente criminalizan. Esa es la reforma, reprobada por organizaciones de migrantes que nuestro gobierno felicita con un timorato comentario: “las bardas no unifican”, desoyendo reclamos de nuestros compatriotas y el desastre que causará en ambos lados. La sumisión del gobierno mexicano fortalece las posiciones racistas antiinmigrante, debilitan a nuestros compatriotas y se debilita a sí mismo.

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