Lottery Without a Winning Number

<--

Lotería sin número para ganar

05 | 07 | 2013

La última vez que hubo una reforma migratoria en Estados Unidos fue en 1986, durante la presidencia del republicano Ronald Reagan. Quizás como un mea culpa por

Británico Julio Quesada / Periodista y exdiplomático (opinion@epasa.com) / –

La última vez que hubo una reforma migratoria en Estados Unidos fue en 1986, durante la presidencia del republicano Ronald Reagan. Quizás como un mea culpa por su política errónea con Centroamérica, miles de campesinos se beneficiaron con ella, tras huir de sus naciones en conflicto.

Ahora, la Cámara de Representantes abrirá la cerradura para que 11 millones de almas salgan de la clandestinidad y obtengan la ciudadanía norteamericana. Si bien es cierto se considera “justicia” por algunos grupos, otros lo califican como un premio por violar la ley. Como un billete de lotería que todos ganan, pero sin número.

Pero más allá del pago de una multa e impuestos y el sufragio presidencial, esas once millones de personas representan el fracaso de los Gobiernos de sus países, retraso económico, pésimas políticas para reducir la pobreza, mala educación e ineficientes servicios de salud, entre otros.

Los Gobiernos mexicano y guatemalteco felicitan a Washington por la iniciativa, sin embargo, sin aceptarlo reconocen que las políticas llevadas a cabo para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos fracasaron. Una persona abandona su país por persecución política, religiosa o buscando mejor forma de vida y en esta última existen miles de americanos de habla hispana y portuguesa en EE.UU. Quien está bien en un lugar, no lo abandona por nada.

El propio sistema estadounidense atrae a los inmigrantes indocumentados porque son necesarios para llevar a cabo tareas que los norteamericanos de origen caucásico y africanos se niegan a realizar, entre ellas la agricultura.

Para el futuro, todos los esfuerzos federales de construir muros, aumentar la vigilancia en la frontera mexicana y contratar más agentes fracasarán porque los indocumentados seguirán cruzando para lograr el “sueño americano”, aunque caminen con el corazón en las manos para no ser sorprendidos por miembros del Departamento de Seguridad Interna de EE.UU.

Un tarjeta verde es como un billete de 100 dólares como los que obtendrán los indocumentados, mientras que los Gobiernos de la zona la aplauden y esconden que sus directrices hacia sus ciudadanos naufragaron.

Al menos en Panamá se reconoce que el programa Crisol de Razas es para que los indocumentados dejen de evadir impuestos y sus patrones los inscriban en la seguridad social, además que sean incluidos en el impuesto sobre la renta, algo que no sucedía por estar “sin papeles”.

About this publication