El año 2013 ha sido el marco del proceso de descenso del poder y liderazgo estadounidense. Cada vez más marcado y visible en el mundo entero, debido a los constantes problemas de política interna y al escaso liderazgo en el exterior ante la presencia imponente de una especie de “neo-aislacionismo” en su política internacional y un serio debilitamiento interno del actual Gobierno.
Y es que ya desde Zakaria (2008), el “ascenso de otras potencias” en el teatro internacional era algo inevitable, debido al descuido estadounidense. Dicha dinámica ha generado una multiplicidad de actores que han ascendido a calidad de potencias regionales, y otras naciones a potencias medias –desde la teoría de Holbraad (1980)–, que están llamadas a mantener la estabilidad en sus zonas de influencia más cercanas, que les permita ser consideradas naciones que apoyan la permanencia de un status quo favorable, lo cual les ayuda en la búsqueda de una proyección más global.
Y dos naciones (China y ahora Rusia) que están en franco ascenso para disputarle el poder a Estados Unidos en la primera línea del “poder duro”, en palabras de Nye (1990), y que al paso visto hasta hoy, estaría afectando la lucha geopolítica y geoestratégica en zonas muy volátiles del mundo, como lo es el Medio Oriente.
Debilidad interna. Como decía al inicio, a lo interno con la reciente parálisis de la administración pública debido a los problemas de poder entre los republicanos y demócratas, pusieron al borde de no cumplir con sus pagos a Estados Unidos, lo que generó un nerviosismo a nivel mundial por la dinámica negativa que eso hubiera generado en los mercados de bienes y servicios.
Dicha situación, ha dejado muy mal al gobierno de Obama, débil y sin capacidad de negociar sus programas gubernamentales. Lo cual genera mayores dudas en el plano internacional, al no tener un binomio partidista (demócratas y republicanos) que se apoyó mutuamente.
Debilidad externa. Con la reciente demostración de manejo poco efectivo de la crisis generada por el uso de armas químicas en la guerra civil de Siria, Estados Unidos, dejó evidenciada una actitud débil, dubitativa y que generó críticas por el hecho de no contar con el apoyo de los “tradicionales aliados” en una solución armada, que ningún Gobierno en el mundo estaba dispuesto a soportar.
En tanto, Rusia aprovechó magistralmente la situación de debilidad estadounidense para proponer un plan pacífico de destrucción del arsenal químico de Siria, recibiendo el apoyo del mundo entero, ya que fue una opción momentánea para no alentar los pocos ánimos guerreristas.
Definitivamente, Estados Unidos sigue siendo una potencia mundial, sin embargo, conforme pasa el tiempo, ese poder va disminuyendo y está dando paso poco a poco a un multilateralismo escaso, ya que la dinámica internacional será cada vez más cerrada con China y Rusia luchando por ser la nación más poderosa del mundo.
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