Edward Snowden, el ex contratista de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, por su sigla inglesa), tiene meritos sobrados para ser el hombre del año. A riesgo de su libertad denunció, mediante la difusión de millares de documentos, el espionaje de Washington y Londres a sus ciudadanos y personas en todo el planeta. En una alocución navideña Snowden señaló que la angustiosa pérdida de privacidad imaginada por el escritor británico George Orwell, en su clásica novela “1984”, ni siquiera se acercaba a la realidad. En su opinión “un niño nacido hoy crecerá sin ningún concepto de lo que constituye la privacidad”.
Al iniciar sus denuncias Snowden proclamó: “Mi mayor temor, en cuanto al impacto de mis revelaciones en Estados Unidos, es que nada cambie. La gente verá todas estas denuncias en los medios de comunicación. Sabrán hasta qué punto el gobierno se asigna poderes unilaterales para tener más control sobre la sociedad americana y la global. Pero no estarán dispuestos a enfrentar los riesgos inherentes a la lucha para cambiar las cosas y obligar a sus representantes para que asuman sus intereses”. Al concluir 2013 Snowden, refugiado en Moscú, se mostró satisfecho pues consideraba que había cumplido su misión. A su juicio había forzado a su país y al mundo a abrir un debate entre la seguridad y la privacidad.
Por lo pronto Snowden obtuvo un respaldo macizo del poder judicial. Un juez federal dictaminó que la recolección masiva de información digital de datos infringía el cuarto artículo de la Constitución. El juez Richard Leon dijo que los padres fundadores estarían “horrorizados” ante el espionaje a destajo de la NSA. El propio Presidente Barack Obama admitió que el sistema de espionaje a la ciudadanía ameritaba una revisión. De hecho fue formado un comité que entregó una serie de recomendaciones. Pero la transparencia no es una de ellas. Por lo tanto siempre será difícil establecer hasta qué punto son acatados, realmente, los límites impuestos. Hasta ahora se han utilizado subterfugios como encargar a los ingleses que espíen a sus ciudadanos en tanto que la NSA hace lo propio con los británicos. Así, del punto de vista formal, es acatada la ley pero violado su espíritu.
La opinión pública estadounidense está dividida frente a Snowden. Una parte lo considera un traidor que ha dañado los intereses del país. Además es acusado de obtener en forma ilícita millares de documentos de propiedad del gobierno. Otros lo consideran un denunciante legítimo que alerta sobre un comportamiento ilegal de las agencias de espionaje *mandatadas* por el ejecutivo. Obama desafío a Snowden: “Si en verdad él cree que obró de manera correcta, entonces, como cualquier ciudadano norteamericano, el puede venir a aquí, comparecer ante un tribunal con un abogado y presentar su caso”. Expertos judiciales han acusado a Obama de avanzar argumentos espurios pues ante la ley estadounidense denunciar un proceder ilegal no constituye una defensa legal ante los cargos de espionaje.
El desenlace del caso es incierto. Funcionarios de la NSA, con absoluto pragmatismo, han planteado la posibilidad de conceder una amnistía a Snowden a condición que devuelva los documentos sustraídos. Se estima que hasta ahora ha revelado solo una pequeña fracción. Tampoco es claro qué impacto tendrán sus revelaciones sobre las grandes empresas de telecomunicaciones y almacenadoras de datos digitales. Está también por verse cómo el mundo y la propia sociedad estadounidense procesa las denuncias del espionaje masivo y la violación de la privacidad.
* The word Mandatada/Mandatado is not found in the RAE or any other Spanish dictionary.
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