United States and Latin American Relations

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Las relaciones de Estados Unidos con América Latina han variado en el transcurso de la historia. Como indica el internacionalista Roberto Russell, en su trabajo “América Latina para Estados Unidos: ¿especial, desdeñable, codiciada o perdida?”, han sido interpretadas de distintas formas.

Imperialista con lineamientos de política exterior que han justificado intervenciones militares; especial con la idea de que compartimos valores comunes con el llamado panamericanismo; irrelevante porque otros temas son actualmente prioritarios, el terrorismo y su relación con Asia-Pacífico; y declinante porque la sobre extensión ha llevado a la superpotencia a un periodo de decadencia. Sin embargo, estas visiones no describen el panorama actual. Pecan de simplistas y absolutistas, y tratan de explicar una realidad que es mucho más compleja.

El grado de influencia de Estados Unidos en Latinoamérica varía de una región a otra, y se establecen relaciones de menor dependencia que en el pasado, a pesar de las asimetrías de poder entre la superpotencia y los países latinoamericanos. El llamado “patio trasero” presenta cada vez más autonomía en un mundo con mayores potencias regionales. Esto se evidencia en la búsqueda de alianzas e intercambios comerciales con otros centros de poder extracontinentales como China, Rusia e Irán, y en la proliferación de bloques de integración.

De reciente creación, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que excluye a Estados Unidos y Canadá, se superpone y desplaza en cierta medida a la Organización de Estados Americanos (OEA). En especial, se observa una mayor multiplicidad de organismos regionales en América del Sur, con bloques como la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Mercado del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA). Esta última creada por el fenecido presidente venezolano Hugo Chávez como respuesta a la iniciativa estadounidense de establecer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Sus miembros se oponen a políticas promercado, abogando por una mayor intervención del Estado en la economía; y presentan a Cuba como modelo de resistencia ante los “yanquis”.

Contrariamente, Chile, Perú y Colombia tienen tratados de libre comercio con EEUU. Colombia, en particular, es un estrecho aliado. Recibe un plan de ayuda contra el narcotráfico (Plan Colombia), el cual ha suscitado fricciones con Venezuela que entiende que EEUU podría invadirlo a través de su vecino. La relación con Brasil, en cambio, es denominada de “responsabilidad compartida”. Es decir, tiene nexos de cooperación, pero respetando el espacio de influencia de esta potencia en ascenso.

Sin lugar a dudas, la relación es mas estrecha con países geográficamente cercanos por temas en común en la agenda como el crimen organizado, migración y comercio, que forman parte tanto de la agenda intergubernamental como transnacional. México integra junto a Canadá el Tratado de Libre Comercio de América del Norte ((TLCAN) y es beneficiado con Centroamérica por el programa de seguridad “Iniciativa Mérida”; América Central y República Dominicana son miembros del tratado de libre comercio RD-CAFTA; y El Salvador, Aruba, Curazao, Puerto Rico y Honduras albergan bases militares estadounidense.

La búsqueda de acuerdos de libre comercio y cooperación nos indican que América Latina no es irrelevante para Estados Unidos; los espacios de menor influencia y bloques contrarios, que no ejerce su poder de forma avasallante ni existe una identidad común en todo el continente; y su preponderancia económica, política, y militar, que sigue siendo la superpotencia. Indudablemente, el mundo actual de Post Guerra Fría e interconectado es distinto y con ello las formas de relacionarse los países.

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