Lapses and Clarity in Obama’s Message

<--

El Papa Francisco es más popular en el Internet que Obama y la señora Merkel, significativamente dos días antes de recibir al Secretario de Estado Kerry, dice en un intervención pública que espiar entre amigos no es de recibo, que esa obsesión por controlar las conversaciones quebrantando la intimidad no produce “más seguridad sino menos”. A Obama no parece importarle

La conclusión de Merkel no es compartida por los servicios de seguridad que luchan contra el terrorismo pero tampoco por Obama. En su mensaje sobre el Estado de la Unión, el presidente estadounidense no se ha movido mucho en lo tocante a recortar las alas de sus espías electrónicos. Ha sido breve sobre el tema, ha mostrado pías intenciones, no mucho más. Podemos concluir que el teléfono de Merkel, Hollande u otro pez gordo no será pinchado pero las cosas seguirán como están. Suavizando su reproche, la canciller germana ha manifestado que no puede “imaginar un mejor aliado que Estados Unidos”. Cierto y legisladores y políticos americanos pensarán que sin su paraguas protector de Alemania en las últimas décadas los germanos no estarían tan orondos.

Obama ha satisfecho a una parte importante de sus compatriotas en su mensaje, las novedades, con todo, no son excesivas. Quiere aumentar el salario mínimo de 7´25 la hora a 10´20 y lo va a hacer con ciertos empleados públicos, ” hay gente que está cocinando y lavando para nuestras tropas y no llegan a fin de mes”, pero no olvidemos que la cantidad fijada por Washington es sólo un punto de referencia, los estados de la Unión pueden ir, y van, por libres en la fijación del salario. Los republicanos, que controlan la Casa de Representantes, no quieren oir hablar de la subida.

Donde ha estado más tajante ha sido en el tema iraní. Lleva años tratando de encontrar un modus vivendi en el tema nuclear con Irán, ha hecho considerables progresos junto a Rusia, Francia, Alemania, China… en el tema y ahora el Congreso puede ponerle una zancadilla. Unos 43 republicanos y 16 demócratas cocinan un ley que en lugar de alentar las negociaciones, endurece las sanciones contra Irán. Entre las claúsulas que contempla es no sólo que Teherán no pueda tener capacidad nuclear ni siquiera para usos pacíficos sino que el Gobierno de Estados Unidos se comprometa a apoyar a Israel para el caso de que éste ” se viese obligado a ir a la guerra contra Irán”. La maximalista pretensión es un poco esotérica. Como ha dicho una destacada demócrata, eso dejaría la política exterior americana en las manos de Israel.

Obama no quiere que el tren iraní descarrile y en el discurso de anteayer ha sido categórico: Si se aprueba la ley la vetará en cuanto llegue a su mesa. Dentro del tono moderado de su intervención, en la que fue abundantemente aplaudido, la advertencia sobre Irán fue categórica. Si el Obamacare es el tema por el que, si no fracasa, será recordado en política interior, abortar el nacimiento de un Irán con el arma nuclear es su objetivo más buscado ya a menos de tres años del fin de su mandato.

About this publication