Guatemala: ‘Why Leahy Hates Us’

Edited by Gillian Palmer

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Why Leahy Hates Us?

Desde hace años esa es la pregunta que los guatemaltecos debemos hacernos: por qué un senador demócrata de Estados Unidos que sistemáticamente pretende hacer política pública para Guatemala desde su curul en “D.C.”, y de cómo las ONG guatemaltecas han envenenado –curiosamente con los impuestos de los mismos estadounidenses–la mente, el corazón y el alma de un senador imperial. Y desde esa posición de poder, Leahy nos hace bullying a los guatemaltecos.

Pensé que podría ser alguna vena racista de Leahy, pero eso lo he descartado, ya que su procedencia de la poderosa Georgetown, de los Jesuitas a propósito, jamás podría haberle enseñado semejantes barbaridades.

Venir unas horas a Guatemala y decir que por eso he knows us tampoco podría ser. Si tan solo él viviese down here tal vez podría tener otra perspectiva y su nivel de odio y bullying bajarían.

Tampoco creo que haya sido el impacto de algún villano en Batman, películas de las cuales es fan y ha participado en “cameo”.

Quizá buscar en las explicaciones de E. Wallerstein, y su teoría del “sistema-mundo” podría ser más fructífero. Digo, esa necesidad que tienen los imperios coloniales, como “cores”, de mostrar su fuerza a las “periferias” para que estas jamás olviden who is the boss.

Pero encuentro una contradicción en todo esto, ya que por un lado el imperio nos obliga a sobrellevar la pesada carga de una war on drugs –y de ahí la visita estos días de Brownfield– pero por el otro, desde el core, hacen todo lo posible porque esa guerra sea llevada con macanas, piedras, danzas shamanistas, y no como las mafias del narcotráfico demandan.

Pero entre que uno, Brownfield, quiere que cual tribu africana salgamos todos los guatemaltecos a pelear contra “narco y asociados”, el otro, Leahy, hace malabares en el senado del imperio para que Guatemala le entre a la guerrita contra las drugs solo con las uñas y a puro puño limpio. Qué dialpelo.

Pero el odio de Leahy contra Guatemala tiene ya su historia. Larga historia, por cierto. Y lo más sorprendente de esa emoción que le provoca escuchar la palabra Guatemala es que siempre ha estado dispuesto a escuchar un pedazo, una mínima parte, un poco de verdad entre tantas mentiras, que los oenegeros guatemaltecos le presentan.

Podría, por favor, alguien en Vermont preguntarle a Leahy por qué odia tanto a Guatemala. Sus razones tendrá, y posiblemente si las conocemos lo entenderemos aunque no lo justifiquemos.

Supongo, y solo supongo, que el comercio entre Guatemala y Vermont ha de ser enorme de manera tal que él busque –como buen mercantilista welferista demócrata– “proteger” a sus fellows vermontieños. O tal vez su constituency le exija a Leahy tener both eyes sobre Guatemala.

Mientras existamos los guatemaltecos Leahy nos odiará.

¿Esperaría entonces su love? No, de ninguna manera. Pero sí me causa curiosidad un señor de Vermont, a miles de kilómetros de Guatemala, que por alguna razón de carrera política ha decidido hacernos bullying desde el senado del imperio.

Brownfield y Leahy, at the end, son coyotes of the same Hill. Coman mamey…

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