– Qué se juega Putin en Ucrania y por qué le puede salir mal –
En agosto, el presidente de Estados Unidos hizo algo que nadie en su cargo había hecho en los últimos cincuenta años: anuló una cumbre con un presidente ruso. El motivo era el exilio concedido a Edward Snowden.
En la rueda de prensa donde lo explicó, Obama dijo que Putin parecía a veces “tener una pose encorvada, como si fuera el niño aburrido al final de la clase”. Se refería a esta foto de junio en Irlanda del Norte:
Obama añadió: “Pero la verdad es que cuando negociamos, a menudo es muy productivo”.
Este viernes la asesora para la Seguridad Nacional de Obama, Susan Rice, dio una rueda de prensa. Le preguntaron esto: “¿La crisis en Ucrania provocará una reconsideración de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos?” Rice dijo: “Sí”. En la transcripción a continuación pone “risas”, como se ve en el vídeo (a partir del minuto 16), pero no se entiende el motivo.
El New York Times, que estaba en la sala, no destaca las risas. Debieron ser de nervios.
Desde el fin de la Guerra fría las relaciones con Rusia han sido regulares. Cada presidente ha hecho su intento para mejorarlas, pero al final del mandato suelen empeorar. George W. Bush empezó con ese encuentro con el presidente Putin donde dijo que “se había hecho una idea de su alma” a través de su mirada.
Después de tres docenas de reuniones, la última vez que se vieron fue en 2008 una cumbre de la OTAN para decidir si Ucrania y Georgia entraban en la organización. Se decidió que sí, sin un plan específico. A los pocos meses, Rusia invadía Georgia. Aquel conflicto quedó con dos provincias georgianas independientes: Abjazia y Osetia del Sur.
Cuando llegó Obama estaba de presidente Dimitri Medvedev. Intentarón un “reset”. Hillary Clinton y el ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, pulsaron incluso un botón. Las consecuencias han sido tan dudosas que esta foto saldrá en anuncios republicanos contra Hillary en una hipotética campaña presidencial en 2016.
Con Obama, por tanto, ha ocurrido igual. Ahora, tras la anexión rusa de Crimea, la situación aún puede empeorar: si Rusia decide invadir otras provincias ucranianas en el este del país. La crisis iría a más porque, esta vez, el ejército ucraniano respondería. Sería extraordinario que Putin se atreviera. Para entender mejor sus razones, es útil imaginar por qué ha invadido Crimea. He encontrado tres razones plausibles:
1. Necesita una guerra. Es el argumento de la política interior. Putin ya no es el presidente de hace una década que iba recuperar el orgullo ruso y que dirigía un país hoy boyante. Su popularidad podía requerir un empujón y en Crimea lo ha logrado. También le sirve como excusa para controlar disidencias internas. Así lo contó en su discurso de anuncio de la anexión de Crimea:
Algunos políticos occidentales ya nos amenazan no solo con sanciones sino con la perspectiva de problemas más serios aquí en casa. Me gustaría saber qué tienen en la cabeza: ¿acción por parte de una quinta columna, esta panda disparatada de “traidores nacionales”, o esperan colocarnos en una peor situación social y económica que provoque descontento social?
Si en Rusia hay más protestas pronto, Putin ya tiene su excusa para reprimirlas: Occidente las organiza para echarles del poder. Podrá por tanto defenderse contra los “traidores” con todos sus medios.
2. No quiere la OTAN. Poco después de la caída del Telón de Acero, en febrero de 1990, el presidente George H. W. Bush prometió a Mijaíl Gorbachev que la OTAN no avanzaría hacia el este. Tardó menos de 15 años en llegar a su frontera con la entrada de los tres países bálticos, entre otros.
Para grandes diplomáticos norteamericanos -Henry Kissinger y ZbigniewBrzezinski- fue un error y es lógico que Rusia responda. En la teoría de las relaciones exteriores norteamericanas, es realismo en estado puro. La presunta aspiración es que Rusia sería un aliado extraordinario en los futuros rifirrafes con el verdadero gran rival: China.
(En una conversación con el futuro embajador americano en Rusia, Michael McFaul, antes de su primer encuentro con Putin, George W. Bush le dijo: “Algún día deberemos ocuparnos de los chinos”, por lo que era mejor tener buena relación con los rusos.)
Putin está, claro, de acuerdo:
Nos han mentido muchas veces, han tomado decisiones a nuestras espaldas, nos han impuesto hechos consumados. Así fue con la expansión de la OTAN al este, así como con el despliegue de infraestructura militar en nuestras fronteras. Siguen contándonos lo mismo: “No debe preocuparos”. Eso es fácil de decir.
Se ha dicho que Putin actúa porque huele debilidad en Obama. Es un argumento similar al de 2008 en Georgia. En un cable de Wikileaks, el entonces embajador en la OTAN lo describía así:
Los aliados controlados por Alemania defienden que la decisión en Bucarest sobre el futuro ingreso [en la OTAN de Georgia y Ucrania] provocó la agresión rusa, mientras que la mayoría del resto (los nuevos miembros [otros países del caducado Pacto de Varsovia] y Canadá) lo ve como nosotros: que Rusia interpretó la denegación del MAP [un plan concreto para empezar a negociar la entrada de Georgia y Ucrania; lo que se hizo en realidad fue solo “prometer” su entrada] como una luz verde para agredir a Georgia.
3. Quiere Eurasia. Putin aspira a fundar con los países de la ex órbita soviética una unión parecida a la Unión Europea llamada Eurasia. Necesita a Ucraina; son muchos millones de consumidores en un hipotético tratado de libre comercio. El origen de la crisis en Kiev en noviembre fue la petición de retraso de la firma de los acuerdos con Bruselas del presidente Yanukovich. A cambio, recibió un gran cheque de Moscú. Los ciudadanos ucranianos no lo aceptaron y salieron a la calle. A Putin no le gustó el resultado de la revuelta y respondió con Crimea. Hasta hoy.
El movimiento de Putin puede ser bueno hoy, pero malo mañana. Uno de sus grandes aliados, la Bielorrusia de Lukashenko, parece que toma distancia ante estos movimientos de Putin. No es lo mismo firmar un acuerdo más o menos libre que con la amenaza del palo. El nuevo presidente de Ucrania ya ha firmado con la Unión Europea un acuerdo previo similar al que Yanukovich evitó. La firma definitiva la hará -si quiere- el nuevo presidente que salga de las elecciones de mayo.
Es probable que la decisión de Putin en Ucrania en realidad fuera una improvisación basada en las tres causas. El problema es que más allá de Crimea no parece que la estrategia de Putin sea ganadora. Sus acciones obligarán a quien le compra el gas y el petróleo -Europa sobre todo- a que busque más allá por si acaso (Estados Unidos tiene desde hace pocos años más reservas que ningún otro país). También la inversión internacional verá menos fiabilidad en Rusia, con la presión añadida de las sanciones. Incluso sus aliados en Eurasia serán ahora más recelosos.
En caliente, Putin ha ganado. Ahora viene lo difícil. El mundo en cambio debe estar preocupado por si Putin ve que su mejor opción es seguir con conflictos calientes.
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