The figures are clear, and cold. Words, whether well-intentioned or telling half-truths or lies, are no match for them. Yesterday’s article in Prensa Libre, on the deportations of Guatemalans from the U.S., revealed some depressing numbers. In the first 90 days of 2014, there was a 40 percent rise in the number of Guatemalans whose first experience of air travel was in one of the planes used by the U.S. government to repatriate those who have risked their lives and health, on foot or on cargo trains, at the mercy of traffickers’ cruelties, in pursuit of the so-called “American dream.”
In other words, the figures can be summed up as follows: 13,724 Guatemalans were deported during these three months, which works out to 152 per day, brought back to the country on 117 flights — four every three days. If deportations continue at this rate, the total number for 2014 will be 55,480, 12 percent higher than the 2013 total of 50,221. Guatemalan Chancellor Fernando Carrera is right to describe the government’s attitude as “very passive” because both the current and previous Guatemalan administrations could have used their relationship with Washington to insist that Guatemalans be given the type of protection provided by the U.S. to citizens of other countries in this part of Latin America.
According to official diplomatic data, remittances with a total value of up to $5.105 billion per year are sent to Guatemala by emigrants. This works out at an average of $14 million per day, equivalent to 112 million quetzals. There is little doubt that a reduction of 55,000 emigrants per year is already having, and will continue to have, negative effects on the Guatemalan economy. Fewer jobs will be available; ultimately, this will mean that more Guatemalan men and women will be forced to leave their families and set out on an adventure which, if they even manage to cross the border, will leave them at risk of being classed as criminals.
It is difficult to calculate the average value per emigrant of remittances to Guatemala. An approximate figure, obtained by dividing the total value by the approximate number of emigrants, 1.2 million, gives a figure of $354 (2,836 quetzals) per month. This means that the expected expulsion of 55,480 emigrants from the U.S. during 2014 will result in the loss of $20 million (160 million quetzals) to the Guatemalan economy. The 3,861 who have been deported so far will have had an impact on a similar number of Guatemalan households, and resulted in losses of $1.4 million — almost 11 million quetzals. This demonstrates a sad reality: The painful business of “exporting” people is a major contributor to the Guatemalan economy.
It is easy to identify motives for the increasing strictness of U.S. deportation policy. On the one hand, it is in the electoral interests of the Republican opposition — who had no hesitation in completely closing down the government a few months ago — to leave President Obama, who has been attacked for the health care reform known as “Obamacare” as well as for his policy on deportations, in as difficult a predicament as possible. This is an election year, and the Republicans want to win back the White House at any cost, even if this involves inhumane strategies and the virtual annihilation of party moderates. This makes the job of the Guatemalan chancellery extremely difficult, because the situation of undocumented Guatemalans is so painful. Diplomatic and political pressure should be a moral obligation.
152 guatemaltecos deportados cada día
LAS CIFRAS SON CLARAS y son frías. Resisten con facilidad las palabras tanto de las buenas intenciones como de las verdades a medias o las falsedades. Una noticia publicada ayer en Prensa Libre, acerca de las deportaciones de guatemaltecos realizadas por Estados Unidos, arroja unos números lamentables. En los primeros 90 días de este 2014 aumentó en 40 por ciento la cantidad de ciudadanos cuyo primer viaje en avión ocurrió en uno de los aeroplanos utilizados por el gobierno estadounidense para transportar de regreso a quienes se fueron a buscar el llamado “sueño americano” y para ello arriesgaron su vida y su integridad física en caminos, trenes de carga, y también debido a las crueldades cometidas por los “coyotes”.
EN OTRAS PALAbras, esos números tienen los promedios siguientes: los deportados son en esos tres meses 13,724 personas; eso significa 152 diarios, regresados al país en 117 vuelos (cuatro cada tres días). Con esas cifras, el número total alcanzará este año 55,480 personas, un doce por ciento adicional a los 50,221 expulsados el año anterior. El canciller guatemalteco, Fernando Carrera, tiene razón al calificar la actitud del gobierno como “muy pasiva” porque este o cualquiera de los gobiernos guatemaltecos deben utilizar su relación con Washington para insistir en darle a los connacionales las ventajas de las protecciones temporales otorgadas por Estados Unidos a los ciudadanos de otros países de esta zona de Latinoamérica.
SEGÚN DATOS OFICIALES diplomáticos, la suma de las remesas enviadas al país por los emigrantes guatemaltecos alcanza la muy respetable suma de 5,105 millones de dólares al año. Eso significa un promedio de 14 millones de dólares diarios, equivalentes grosso modo a 112 millones de quetzales. La disminución de 55 mil ciudadanos por año, poca duda cabe, ya tiene y seguirá teniendo efectos negativos en la economía del país y en la reducción de empleos, con el adicional efecto contraproducente de incrementar el número de hombres y de mujeres guatemaltecos a dejar a sus familias y embarcarse en una aventura en la cual de todos modos se convierten en posibles víctimas de ser tratados como delincuentes, si logran cruzar la frontera.
ES DIFÍCIL CALCULAR EL promedio de las remesas enviadas a Guatemala. Para lograr una cifra aproximada se puede utilizar la cifra de 1.2 millones de emigrantes, y entonces al dividir el monto total entre esta última suma, se obtiene la cantidad de 354 dólares (unos 2,836 quetzales) mensuales. Por tanto, los 55,480 expulsados durante la totalidad de este año, tendrán el efecto de veinte millones de dólares (160 millones de quetzales). Este año van deportados 3,861, lo cual tendrá un efecto en un número muy parecido de hogares y alcanzarán 1.4 millones de dólares (casi 11 millones de quetzales). Se comprueba una triste realidad: una de las más importantes fuentes de dinero para el país es el resultado de la dolorosa “exportación” de personas.
ES FÁCIL VER LOS MOTIVOS del endurecimiento estadounidense en las deportaciones. Por un lado, a los opositores republicanos —a quienes no les importó cerrar el gobierno hace pocos meses— por razones electoreras las interesa dejar en mal predicado al presidente Obama, a quien han atacado por su programa de la ley social conocida como “Obamacare” y también en el tema de las deportaciones. Es año electoral y quieren recuperar la Casa Blanca a toda costa, aunque, a mi criterio, con estrategias casi inhumanas, y la virtual amenaza a los republicanos moderados. Por esto, la tarea de la cancillería es muy difícil, como es dolorosa la situación de los guatemaltecos indocumentados. Pero la presión diplomática y política debe ser una obligación moral.
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U.S. companies, importers and retailers will bear the initial costs which most economists expect to filter through the supply chain as a cost-push inflation.
[T]he letter’s inconsistent capitalization, randomly emphasizing words like “TRADE,” “Great Honor,” “Tariff,” and “Non Tariff”, undermines the formality expected in high-level diplomatic correspondence.