Obama Defends His Foreign Policy

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Obama defiende su política exterior

Ya lo habían anunciado algunos medios de comunicación: Barack Obama daría un discurso este miércoles, donde se defendería de las críticas que ha recibido su estrategia de política exterior.

Ambiguo, —como es costumbre— habló de conflictos bélicos y promesas de pacificación; intentó convencer al auditorio de que Estados Unidos no ha perdido poderío, mientras admitía que “el mundo está cambiando a una velocidad acelerada”; y —como también es usual—, hizo hincapié en el liderazgo de su país y en el “excepcionalismo norteamericano”.

“Creo en el excepcionalismo americano con cada fibra de mi ser”, subrayó.

En la Academia Militar de West Point, Nueva York, el presidente recordó que la primera vez que habló allí, en el 2009, tenían “más de cien mil tropas en Iraq”.

“Hemos eliminado a nuestras tropas de Iraq y estamos terminando nuestra guerra en Afganistán”, dijo este miércoles, luego de que un día antes anunciara que en Afganistán mantendrá a unos 9 800 soldados.

En uno de los giros más interesantes de su alocución, el mandatario tomó partido en un debate que ya es común dentro de los círculos académicos y políticos: la pérdida de hegemonía relativa de Estados Unidos.

“Rara vez hemos sido más fuertes que ahora”, aseguró. “Quienes argumentan lo contrario, los que sugieren que Estados Unidos está en declive o ha visto escabullirse su liderazgo global, están malinterpretando la historia”.

Para fundamentar su afirmación, utilizó frases contradictorias que indican, a pesar de la retórica, cuán difícil es negar la disminución de la autoridad de su país en el mundo.

Dijo, por ejemplo, que su poderío militar “no tiene igual”, lo cual es cierto, pero ¿cuándo fue la última vez que Estados Unidos ganó una guerra?

“Nuestra economía sigue siendo la más dinámica y nuestros negocios los más innovadores”, fue otra de las verdades a medias de Obama, pues todavía ese país tiene una tasa de desempleo de más del 7 %.

“Estados Unidos sigue atrayendo a esforzados inmigrantes”, comentó. Pero más de dos millones de personas han sido deportadas durante su gobierno.

Finalmente, reconoció que “el mundo está cambiando a una velocidad acelerada”. Se refirió a dos puntos de vista que están presentes en los juicios sobre su política exterior.

De un lado, los llamados “realistas”, que consideran que Estados Unidos no debe inmiscuirse en los asuntos de Siria o Ucrania, opinión que, según el propio Obama, es lógicamente compartida por muchos estadounidenses, “después de costosas guerras y continuos desafíos en casa”.

En el otro extremo, los “intervencionistas”, quienes creen que ignorar esos conflictos es un “riesgo” para Estados Unidos.

“Es absolutamente cierto que en el siglo XXI el aislacionismo no es una opción”, enfatizó Obama. A su juicio, Estados Unidos debe “liderar” el escenario mundial. “Si no lo hacemos, nadie más lo hará”.

No obstante, reconoció que no siempre la solución es una acción militar convencional. “Las acciones militares no pueden ser el único —o el principal— componente de nuestro liderazgo en todos los casos. El hecho de que tengamos el mejor martillo no significa que cada problema sea un clavo”.

Así, describió “su visión” de cómo debería ser ese liderazgo en los próximos años y los métodos para lograrlo. No descartó —porque no puede hacerlo, y mucho menos en una academia militar—, la posibilidad del uso de la fuerza.

“Permítanme repetir un principio que he propuesto desde el principio de mi mandato. Estados Unidos usará la fuerza militar, de manera unilateral si es necesario, cuando nuestros intereses fundamentales lo exijan, cuando nuestro pueblo se vea amenazado, cuando nuestra subsistencia esté en juego, o cuando la seguridad de nuestros aliados esté en peligro”.

Demasiados “cuando”; y además, ¿a qué llama uso de la fuerza militar? Quizás no esté teniendo en cuenta las miles de personas que han muerto como consecuencia de los ataques con drones a territorios como Paquistán y Yemen —países a los que no ha declarado la guerra—, los ingentes gastos en ciberataques o las operaciones no convencionales en países como Libia y Ucrania.

Sobre el conflicto en Siria, admitió que “no hay respuestas fáciles”, y respaldó su decisión de no enviar tropas. No obstante, dijo que continuará “ayudando” al pueblo sirio, lo que hasta el momento se ha traducido como apoyo a las bandas armadas.

En otro momento de su intervención defendió las acciones multilaterales, y puso como ejemplo los acuerdos alcanzados sobre el programa nuclear iraní. “Por primera vez en una década tenemos una posibilidad muy real de alcanzar un acuerdo, más eficaz y duradero que lo que podríamos haber logrado a través del uso de la fuerza”.

También aseguró —una vez más— que insistirá en el cierre de la cárcel en la ilegalmente ocupada Base Naval de Guantánamo.

Por otra parte, tal como habían augurado algunos analistas, el presidente no habló en específico sobre América Latina y el Caribe. Continúa así el debate sobre si el tema no está entre sus prioridades o no tiene definida una estrategia coherente ante los cambios que vive la región.

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