Poco a poco, los informes de Naciones Unidas y otros organismos sobre el calentamiento de los océanos y los graves efectos, ya perceptibles, del cambio climático están llegando a la opinión pública norteamericana y, lo que es más importante, a la Casa Blanca, que se ha decidido a actuar. A la creciente preocupación expresada tanto en medios académicos como sociales se ha unido hace poco un nuevo informe oficial del Gobierno estadounidense que ha sido valorado como la más destacada señal de alarma emitida hasta ahora sobre los efectos del cambio climático en el territorio norteamericano.
El informe ha sido elaborado durante más de cuatro años por más de 200 científicos y varias agencias gubernamentales y sus conclusiones detallan los daños que el calentamiento está causando en las diferentes regiones del país, con la intensificación de huracanes, sequías e inundaciones. El informe revela además los costes actuales de los fenómenos y las previsiones para lo que queda de siglo.
En consonancia con este cambio de percepción, el presidente Barack Obama, que fracasó en su intento de aprobar una ley al respecto en su primer mandato, ha decidido utilizar sus poderes ejecutivos para impulsar su programa ambiental y sortear así las continuas zancadillas que le pone en el Congreso la mayoría republicana. La semana pasada, anunció que ampliaría la superficie protegida de las islas Remotas del Pacífico, situada entre Hawái y las islas Marianas, de los actuales 235.300 kilómetros cuadrados a más de dos millones (unas cuatro veces el territorio de España), con lo que se convertirá en el mayor santuario marino del mundo. El proyecto incluye un programa integral para frenar la pesca ilegal, que representa cerca del 20% de las capturas salvajes. Como señaló Obama, la protección de los océanos es un asunto central de la seguridad internacional.
Pero la reforma seguramente más ambiciosa es el decreto por el que impondrá medidas ambientales destinadas a lograr que en 2030 las emisiones de gases de dióxido de carbono sean un 30% inferiores a las de 2005. Es la primera vez que se establecen límites de este tipo, lo que ha llevado a algunos expertos a considerar que se trata de la decisión ambiental más importante de los últimos 40 años en EE UU.
Obama pretende de esta forma cumplir su promesa de convertir la lucha contra el cambio climático en una prioridad en su último mandato (aunque aún debe tomar una decisión sobre el polémico oleoducto Keystone). Que el segundo país más contaminante del mundo, después de China, tome conciencia del peligro que supone el cambio climático y haya decidido impulsar estas medidas es una excelente noticia, especialmente ante la perspectiva de la cumbre de París, prevista para dentro de un año, en la que se discutirá un nuevo protocolo mundial que vaya más allá de los objetivos acordados en Kioto en 1997.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.