Shale Gas Reveals US Leadership

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El shale gas revela el liderazgo de EE.UU.

Jorge Castro

Hay una disminución evidente del poder de EE.UU. en el sistema global, a partir del momento en que la crisis financiera internacional desatada en Wall Street en septiembre de 2008 (caída de Lehman Bross.)concluyó con la situación de hegemonía unipolar que mantuvo durante 17 años tras el colapso de la Unión Soviética (1991). Son múltiples los indicios que señalan que el sistema ha ingresado en un nuevo ciclo de la política mundial, en que el poder adquiere la forma de capacidad de adelantarse a los acontecimientos; y esta especial aptitud tiene como base material el surgimiento de una nueva revolución tecnológica (la “nube” o cloud computing), cuyo principal corolario es una nueva revolución industrial con eje en EE.UU. y Alemania.

Tanto una como otra tienen su fuente primordial en EE.UU., que muestra una vez más su especial vocación por adelantarse al futuro, creándolo.

Esto es lo que ha sucedido con la explosión de shale gas/shale oil norteamericano que hace 10 años no existía.

De pronto, a través de una innovación surgida de combinar la perforación horizontal y la fractura hidráulica (fracking), los yacimientos de Eagle Ford (Texas/sudoeste), que producían 15.000 barriles de crudo diarios (b/d) en 2010 treparon a 838.000 b/d en los primeros cuatro meses de 2014.

Por eso, ha aumentado 60% la producción de crudo estadounidense desde 2008 y el petróleo importado es ahora 35% de la demanda total, mientras que era 60% en 2005. Lo previsible esque se alcance el autoabastecimiento pleno en 2030, que se adelantaría a 2020, si el marco de referencia es Norteamérica (EE.UU./Canadá). De ahí que la totalidad del incremento neto de la producción mundial de crudo entre 2005 y 2013 haya tenido su fuente en los yacimientos de Eagle Ford y Formación Bakken, situados en Texas y Dakota del Norte.

El impacto geopolítico del shale gas norteamericano ha sido inmediato y ha modificado la ecuación estratégica global.

Por eso, se ha mantenido estable el precio del crudo, a pesar del colapso de los estados territoriales del Levante árabe (Irak, Siria, Líbano), que ha provocado un inmenso vacío geopolítico en la región más estratégica del planeta.

En junio, el Brent trepó a US$ 115 por barril, cuando ISIS (Islamismo militante) se apoderó de Mosul (Irak). Pero luego cayó a US$ 107 por barril; y esto sucedió a pesar de que Irak es el 4° productor mundial de petróleo y el 2° exportador de la OPEC (3,3 millones de b/d) y sería responsable de más de 60% de la expansión de la organización petrolera hasta 2019.

A pesar del carácter estratégico de Irak y el Levante árabe, no hay signo alguno de un nuevo shock petrolero en el sistema mundial, a diferencia de lo que ocurrió en 1973 y 1979. Entonces, el precio del crudo se multiplicó por 4 una vez y se volvió a multiplicar por un índice de 4 en 1979; y el resultado es que el mundo avanzado experimentó la más grave crisis desde la década del ’30, con una caída del producto en EE.UU. de 6% entre 1973 y 1975.

El problema que enfrenta el nuevo ciclo de la política mundial no es el islamismo militante o el “choque de civilizaciones”, sino el hecho de que 70% de las 2.000 millones de personas que se incorporan a la población global en los próximos 40 años pertenecen a la nueva clase media, y que ésta alcanza en el mundo a 3.000 millones de personas en 2030. Un incremento poblacional semejante implica un alza de 300% en el ingreso real per cápita de la población mundial y un consumo de recursos que experimenta un auge dos veces mayor (OECD).

Esto no es un pronóstico, sino una identificación de tendencia; y ésta es irrefrenable. La cuestión no es si esto va a ocurrir, sino si va a ser acompañada o no por un planeta devastado.

Lo que es seguro es que el statu-quo es insostenible.

También es una certidumbre que en este proceso de transición global, otra vez EE.UU. está a la cabeza.

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