Sept. 3, 2014 marked a milestone in the evolution of the tobacco epidemic: The CVS pharmacy chain — the second largest drugstore in the U.S., with over 7,000 locations across the country — stopped selling tobacco products.
This measure will not only have significant effects in reducing tobacco consumption in the country, but it also implies a paradigm shift that may have a global impact.
In a sense, attitudes toward smoking in the U.S. have come full circle in the last 100 years. At the beginning of the last century, tobacco use was undesirable, but slowly, thanks to tobacco companies’ promotional efforts, it began to be socially accepted. It was encouraged by advertising campaigns such as the one from Camel, which presented itself as the preferred brand of doctors, or by actions such as giving cigarettes to soldiers, who then returned from war as smokers.
During the ‘50s, when the relationship between tobacco and cancer started to become evident, people began to become aware of the harm associated with its use. However, this process has been slow in the U.S. and other developed countries, and is still in its early stages in some developing countries. The reason remains the same: the persistent action of an industry aiming to maintain its profits.
In response to this veritable "epidemic" of tobacco, the World Health Organization sponsored the development of the Framework Convention on Tobacco Control, which came into force internationally in 2005. Over 170 countries around the world are now parties to the convention, which recommends actions such as protecting the public from exposure to secondhand tobacco smoke, providing tobacco cessation treatments, warning about the risks of tobacco, outright bans on advertising, promotion and sponsorship of tobacco, and raising taxes on these products.
Countries that have implemented these recommendations in a comprehensive manner have achieved significant reductions in tobacco consumption and diseases related to its use. These measures have also helped to change the perception of smoking as socially acceptable conduct.
It will be hard to explain to future generations that a product that kills around 6 million people every year has been so widely accepted for so long. Even more so when it not only sickens and kills those who consume it, but also those who do not smoke but are exposed to secondhand smoke.
That is why the decision made by CVS to stop selling tobacco in an environment associated with health care such as a drugstore is auspicious. It is evidence of a shift in the social norm and creates the expectation of thinking about a future "endgame" for the tobacco epidemic.
El 3 de septiembre del 2014 marcó un hito en la evolución de la epidemia de tabaquismo: la cadena de farmacias CVS -la segunda droguería más grande de Estados Unidos con más de 7.000 locales en todo el país- dejó de vender productos de tabaco.
Esta medida no solo tendrá importantes consecuencias en la reducción del consumo de tabaco en este país, sino que también implica un cambio de paradigma que puede repercutir a nivel mundial.
En cierto sentido las actitudes hacia el tabaco en Estados Unidos han completado un círculo en los últimos cien años. A principios del siglo pasado, el uso del tabaco no era deseable, pero lentamente, y por las acciones de promoción de las compañías tabacaleras, comenzó a ser aceptado socialmente, estimulado por campañas como la de Camel, que se presentaba como el cigarrillo preferido por los médicos, o por acciones como repartir tabaco a los soldados que luego retornaban de la guerra convertidos en fumadores.
Cuando en los años 50 comenzó a evidenciarse la relación entre el tabaco y el cáncer, lentamente se empezó a tomar conciencia de los daños asociados a su uso. Sin embargo, este proceso ha sido lento tanto en Estados Unidos como en otros países desarrollados, y es todavía muy incipiente en algunos países en desarrollo. La razón sigue siendo la misma: la persistente acción de una industria que busca mantener sus ganancias.
En respuesta a esta verdadera "epidemia" del tabaquismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) auspició el desarrollo de un Convenio Marco para el Control del Tabaco, que entró en vigencia internacional en 2005. Más de 170 países del mundo hoy son Partes del Convenio, que recomienda acciones tales como: proteger a la población de la exposición al humo de tabaco ajeno, ofrecer tratamiento para abandonar el consumo, advertir sobre los riesgos del tabaco, prohibir totalmente la publicidad, promoción y patrocinio del tabaco, y aumentar los impuestos a estos productos.
Los países que han aplicado estas recomendaciones de manera integral han logrado reducciones significativas en el consumo de tabaco y en las enfermedades relacionadas con su uso. También, estas medidas han contribuido a cambiar la percepción de que el uso del cigarrillo es una conducta socialmente aceptable.
Será difícil de explicar a las generaciones futuras que un producto que mata a unas 6 millones de personas anualmente haya tenido esta aceptación por tanto tiempo. Más aún cuando no solo enferma y mata a sus consumidores, sino también a quienes no fuman pero están expuestos al humo ajeno.
Es por eso que la decisión de CVS de no vender más tabaco en un ambiente asociado con el cuidado de la salud, como lo es una farmacia, es auspiciosa. Evidencia un cambio en la norma social y genera la expectativa de pensar en un futuro "final de juego" para la epidemia de tabaquismo.
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