Desde los tiempos de la Guerra de Independencia, han estado armoniosamente volando por los cielos de Estados Unidos tanto palomas como halcones. Por desgracia, estos últimos siempre han sido más numerosos que las nobles palomas. Las guerras han sido una constante en la historia de este país. Tantas han sido, que se parecen por su número a aquellas que en su época sufrió el Imperio Romano.
Roma siempre estaba en guerra y fue esta una de las causas para que aquel inmenso y poderoso imperio desapareciera. Las guerras les sirvieron a los romanos para expandir su poder, pero también para destruirlo. Estados Unidos, con sus guerras, expandió su territorio cuando solo eran 13 colonias, desde las costas del océano Atlántico hasta las costas del Pacífico, arrebatándoles las tierras a indios y mexicanos por igual.
Los halcones que sobrevolaban estas regiones en aquellos años siguieron volando hasta el día de hoy, por lo cual las guerras se han ido empatando unas con otras, como los eslabones de una cadena, sin que haya manera de contenerlas. Las palomas, que también se han mantenido volando en los cielos de este país, no tienen ni la fuerza ni el número para contener la interminable avanzada de esos feroces halcones.
El más conocido de los halcones que en la actualidad sobrevuelan los cielos de Washington es el ex vicepresidente Dick Cheney, el hombre que aconsejaba al presidente George W. Bush para que comenzara la guerra contra Afganistán y el teórico de la invasión norteamericana a Iraq, quien debería estar tras las rejas por criminal de guerra y por delitos de lesa humanidad.
Este hombre —que al no estar en la cárcel por lo menos debería estar retirado en algún lugar en donde nada se supiera de él— no ha dejado, ni en un solo momento durante la presidencia de Barack Obama, de criticar la política exterior del Presidente. Aparte de halcón mayor, este caballero también ha adoptado la forma de pitirre, por su persistente insistencia en las críticas a Obama.
Resulta que un día antes de que el presidente Obama le hablara a la nación para «explicarle» al pueblo de este país que él también era un halcón y que, por lo tanto, daba comienzo a una nueva guerra norteamericana, ahora contra el llamado Estado Islámico, el halcón-pitirre de Cheney se fue al Capitolio federal para allí hablarles a los legisladores de su partido y decirles lo que, a su entender, debería hacer el presidente Obama.
Según míster Cheney, Estados Unidos debe ser más duro, más agresivo, más violento y, por lo tanto, nunca se debieron sacar las tropas de Iraq. En realidad, lo que está ofreciendo Cheney no es nada nuevo para él: es la teoría de la guerra permanente e infinita.
Contó uno de los representantes presentes en la reunión con el ex Vicepresidente que no hubo ninguna controversia con lo planteado por este a los legisladores y nadie retó sus aseveraciones. «Creo que su análisis y la información que compartió fue aceptada como bastante exacta», comentó.
Claro que no iban a contradecirlo ni tampoco a cuestionarlo, pues, según uno de los legisladores presentes, «todos los allí reunidos pensamos que él hizo lo correcto en Iraq».
No piensa así el líder de la mayoría del Senado, el demócrata Harry Reid, quien al conocer de la existencia de la reunión, afirmó lo siguiente: «Ellos mejor tienen cuidado del tipo de consejo que reciben de Dick Cheney, ya que este es más responsable que cualquiera de la peor decisión que haya tomado, en política exterior, este país en su historia, la invasión de Iraq».
Bueno, yo no sé si esa fue la peor decisión que haya tomado este país en materia de política exterior ya que, a mi modo de ver, ha habido otras tantas tan importantes como esa: la guerra de Vietnam es un clásico ejemplo de una política completamente errada y lo que va a hacer Obama ahora con Siria bien puede ser otra.
Lo que sí es cierto es que el auge de los terroristas en el Medio Oriente se debe, directamente, a la política de guerras que tanto defiende el impresentable Dick Cheney. A Iraq y Afganistán esta gente los convirtieron en verdaderas universidades del terrorismo. Al Qaeda no existía en Iraq cuando Saddam Hussein era el presidente de aquel país, y mucho menos existía este grupo que es aun más radical que los herederos de Bin Laden.
La disparatada política de Washington, en su empeño por derrocar al Presidente sirio, ha llevado al auge de este grupo terrorista islámico que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza.
Cheney recomienda más agresión, más bombardeo y más guerra. Pues habrá más carros bomba, más odios, más asesinatos de infelices de uno y otro bando, y, por supuesto, más aprendices de terroristas.
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