Obama vs The Islamic State: A Problem of Strategy

<--

Obama vs. ISIS: los problemas de la estrategia

#Yoconfieso que, por la complejidad de este tema, no sé muy bien por dónde empezar. Pero prometo intentarlo. La estrategia de Obama para combatir al Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS por sus siglas en inglés, o simplemente Estado Islámico), se basa en una campaña de bombardeos por aire, a manos de EU y sus aliados, apoyada por fuerzas terrestres. Estas fuerzas terrestres no consisten de tropas estadounidenses, sino esencialmente de milicias locales. Sin embargo, como ISIS es un grupo que opera en dos países distintos y que controla territorio de ambos, debe haber fuerzas terrestres “aliadas” en los dos lados de la frontera. Acá empiezan las dificultades.

ISIS, como hoy la conocemos, no emerge de un único conflicto, sino de muchos. Algunos de estos se encuentran en Irak y otros en Siria. Estos incluyen conflictos políticos, sectario-religiosos y étnicos, entre otros. Por lo tanto, las circunstancias no se reducen a la existencia de dos bandos rivales, o de un gobierno contra una fuerza rebelde unificada. Ni siquiera se puede hablar de una situación donde todos mágicamente se “unen” contra un enemigo común.

En el caso sirio, el conflicto se compone de al menos los siguientes actores (disculpas por la simplificación): (a) De un lado se encuentra el régimen de Assad, apoyado y financiado por Irán y Rusia, y asistido en el terreno por la milicia chiíta libanesa de Hezbollah, (b) Luchando contra Assad, se ubica primeramente el Ejército Sirio Libre (ESL), un “ejército” que no es tal. Se trata de una serie de milicias que tienen en común su lucha contra el régimen, pero que no están unificadas bajo un mismo mando, y cuyas conexiones con la oposición siria en el exilio son muy endebles. En principio, son los “laicos” del esquema, pero se han aliado con algunas de las milicias islámicas mencionadas abajo. El ESL, como muchos de los actores acá descritos, tiene una larga lista de crímenes contra civiles, documentados por la ONU y por ONGs, (b) Luego, están los grupos islámicos de carácter local, (c) Está, además, el frente Al-Nusra, el grupo islámico jihadista que tiene lazos con Al Qaeda, (d) Y por supuesto, ISIS, que originalmente formaba parte de Al Qaeda y se termina separando de ésta. Toda esta serie de milicias que componen lo que se llama la “rebelión”, ha combatido no solo contra Assad, sino entre ellas mismas, y han recibido ya sea directa o indirectamente el apoyo, financiamiento y armamento por parte de Arabia Saudita, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, y Turquía, así como el apoyo logístico de Washington.

Ahora bien, Obama anuncia que para el caso sirio, la estrategia para combatir a ISIS consiste apoyar, armar y entrenar a las milicias rebeldes “moderadas”, es decir exclusivamente a uno de los actores arriba mencionados, el Ejército Sirio Libre (ESL). Asumiendo que esto fuese viable, habría que preparar a este ejército que no es ejército, para combatir no solo contra ISIS, que ha mostrado una enorme eficacia en el terreno y que actualmente cuenta con más de 20 mil militantes, sino para combatir adicionalmente en múltiples frentes contra Assad y contra otras milicias, incluida la filial de Al Qaeda en ese país. Por si fuera poco, esta estrategia destinada a derrotar a ISIS fortaleciendo al eje anti-Irán (tanto local como internacionalmente), entra también en conflicto directo con lo que sucede en Irak, el otro país en donde ISIS opera.

Resulta que los últimos éxitos de los ataques aéreos de Washington en Irak, se obtuvieron gracias a los movimientos en tierra de las milicias locales chiítas, armadas y apoyadas por Irán. Por supuesto que el gobierno estadounidense no reconoce que exista coordinación alguna con estas milicias o con Irán. El problema es que en Irak, tanto los grupos sunitas como los kurdos, se oponen rotundamente al fortalecimiento de esas milicias chiítas, responsables de buena parte de la violencia y masacres en ese país durante la década pasada.

En otras palabras: Obama pretende “degradar y destruir” a ISIS -el enemigo de Assad- fortaleciendo al Ejército Sirio Libre -el otro enemigo de Assad- para que este ejército que no es ejército combata contra ISIS, contra Assad, contra Al Qaeda y contra todos los demás a la vez, utilizando en Irak, sin reconocerlo, la ayuda de Irán -el aliado de Assad, a quien se pretende derrocar en Siria-, y al mismo tiempo la ayuda financiera y logística de Arabia Saudita, EAU y otros -enemigos de Irán- “hermanados” todos por una meta común, y asumiendo que esta hermandad prevalecerá durante los años que tomará “degradar y destruir” a ISIS.

Así que ya sea que varios de estos factores no estén siendo considerados por la Casa Blanca, o bien, algo no se está diciendo. Esto podría incluir la aceptación de una alianza secreta entre Washington y Teherán, cosa que, como ya se sospecha, está poniendo sumamente nerviosos a actores como Arabia Saudita, las otras monarquías del Golfo, a Israel y a más de un republicano.

A principios del año, hubo una conferencia internacional de paz para Siria, auspiciada por la ONU. Hoy es más claro que nunca que todas las partes se rindieron demasiado pronto. Pero esas son las iniciativas que habría que resucitar. No porque sean simples o porque sean la solución mágica a todo lo arriba descrito. Sino porque serían un verdadero principio para intentar des-complejizar un tejido que no se va a desenredar a través de coaliciones imposibles y buenos deseos.

@maurimm

About this publication