Varios sectores conservadores en Estados Unidos están impulsando la idea equivocada de que ISIS es una organización terrorista que puede ser destruida con medios militares.
Hasta ahora, a cada acción militar de Estados Unidos, ISIS responde con un incremento de la violencia o una acción terrorista. El camino adoptado está llevando claramente hacia el escalamiento. Luego de la decapitación pública de dos periodistas estadounidenses y a un trabajador de paz británico, esos sectores conservadores claman por el regreso de las tropas a Irak.
Esa retórica militarista, sostenida por congresistas tanto del Partido Republicano como del Demócrata, trata de presentar a ISIS como una extensión de Al Qaeda, sólo que más brutal, con más capacidades y con más atractivo para combatientes de todo el mundo. Nada más lejano de la realidad. ISIS y Al Qaeda tienen muy poco que ver, salvo algunos intentos fallidos de unificación.
A diferencia de Al Qaeda, que se concibe como una red secreta que busca ganarse las mentes y los corazones de los árabes a través de acciones terroristas de alcance estratégico, ISIS pretende aumentar su influencia en las filas de jihadistas a través de acciones terroristas tácticas concentradas en el territorio de Irak y Siria.
De hecho, ISIS y Al Qaeda están enfrentadas en una disputa por el liderazgo de las brigadas de jihadistas repartidas en el mundo. Al Qaeda, con una inclinación más global, busca que sus células simpatizantes cometan acciones terroristas de gran escala, planificadas con mucha anticipación, que inspiren a su vez a otras células a cometer ataques de la misma o mayor magnitud. ISIS busca acciones rápidas, sin intermediarios, y está atrayendo a células terroristas de países árabes.
ISIS se concibe como una organización insurgente abierta que controla territorio, cuenta con su ejército regular y busca construir un Estado islámico. En unos meses, desde que comenzó a desplegarse en el este de Siria y el norte de Irak, ISIS tomó control de Mosul, la segunda ciudad más grande del país, liberó prisioneros de tres cárceles y se apropió de arsenales de origen estadounidense y de una flotilla de helicópteros militares.
Alejada de la idea de combate global de Al Qaeda, ISIS prefiere enfocar sus fuerzas en el territorio de Irak, enfrentar al gobierno, derrotarlo en el corto plazo y emplear al terrorismo como un recurso táctico para destruir la moral de sus adversarios. En la medida en que va tomando territorios, ISIS busca convertirse en un Estado útil: organiza los servicios públicos, permite el regreso de los funcionarios públicos, cobra impuestos, adoctrina a las poblaciones sometidas y extorsiona y amenaza a quienes se atreven a desafiarla.
Si una campaña militar estadounidense, en alianza con Inglaterra y Francia, logra recuperar los territorios controlados por ISIS mediante campañas de bombardeo aéreo y el apoyo a los combatientes kurdos y los rebeldes sirios, la paz lograda puede ser temporal e inestable.
Sin un diálogo nacional sólido, Irak seguirá al borde de la guerra civil, con grandes dificultades para reconstruir sus instituciones y resolver las diferencias políticas y religiosas de su población. Siria vivirá una lucha intestina para sacudirse a un gobierno acusado de cometer crímenes de guerra contra su población. Los simpatizantes de ISIS, entrenados en Irak, intentarán regresar a sus países y construir otros ejércitos y otros Estados islámicos en otras partes del mundo.
Quizá es tiempo de pensar en respuestas no militares. Campañas de educación, de salud, de construcción institucional, de respeto religioso pueden permitir una solución de fondo duradera, aunque sea lenta.
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