Obama’s Strategy Against Jihad

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La estrategia de Obama contra el yihadismo

La respuesta militar que anunció EE.UU. para sofocar al Ejército Islámico es un paso importante, pero aún plantea dudas sobre su efectividad.

15/09/2014 – 04:00

EL PRESIDENTE de Estados Unidos, Barack Obama, anunció el miércoles pasado su plan contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI), cuyo acelerado avance en Medio Oriente tomó por sorpresa a la Casa Blanca y está poniendo en riesgo la estabilidad de toda la región. El mandatario anunció que su objetivo es “degradar y finalmente destruir a EI” y atacarlo donde sea que se esconda, dejando abierta así la posibilidad de bombardear posiciones yihadistas en Siria. Insistió que se trata sólo de ataques aéreos, descartando el envío de tropas terrestres a la zona, como ya lo había señalado a principios de agosto, cuando inició los ataques contra el EI en Irak.

El mensaje era probablemente uno de los más relevantes de su administración, porque se produjo después de varias semanas en que la actitud del mandatario para hacer frente a las varias crisis internaciones -tanto en Medio Oriente como en Europa, con la situación de Ucrania- había sido vacilante, desatado una ola de críticas. Los cuestionamientos se intensificaron hace poco más de dos semanas -luego del asesinato del primero de dos periodistas estadounidenses ejecutados por los yihadistas-, cuando aseguró que “aún no tenía una estrategia para combatir al EI en Siria”.

Las críticas a Obama provinieron tanto de su propio partido como de la oposición republicana.  La senadora demócrata Dianne Feinstein calificó, por ejemplo, de excesivamente “cauteloso” al mandatario, mientras que su ex rival en las elecciones presidenciales de 2008, el senador republicano John McCain, aseguró que “parece que el presidente no percibe la realidad como es o ésta lo abruma”. Incluso, la ex secretaria de Estado de la actual administración, Hillary Clinton, cuestionó el exceso de prudencia de Obama en Siria que permitió el avance de EI.

Todo ello forzó a Obama a tomar la iniciativa. Después de todo, el avance del Estado Islámico en Irak y Siria, como la crisis en Libia, que tiene a ese país sumido en un virtual estado de anarquía, o incluso la situación en Ucrania, obligaban a una actitud más decidida de parte del gobernante. Sin embargo, el mandatario dejó abiertas muchas dudas tras su discurso, tanto sobre los detalles concretos de la acción como sobre su verdadero compromiso para combatir a ese grupo. Por ejemplo, aún no está clara la duración de la ofensiva -que seguramente quedará como un legado a su sucesor-, ni el costo o el real grado de participación de los países que integran la coalición. El mandatario agregó que la estrategia elegida se ha seguido exitosamente en Somalia y Yemen, dos países que a la luz de la realidad dicho optimismo resulta cuestionable.

La gravedad de la situación actual no da espacio a la improvisación y obliga a una acción clara y decidida de Occidente. Por ello, es importante despejar lo antes posible las dudas y aclarar también el rol que tendrán los demás países que participarán, pues el tiempo apremia. Alemania, por ejemplo, sorpresivamente ha señalado que no participará de la coalición. En ese sentido, será importante la comparecencia de Obama ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Para que la estrategia elegida tenga éxito se requiere de una absoluta convicción de quién será el responsable de liderarla. El paso que ha dado Obama es importante, pero corre el riesgo de diluirse si acaso esta acción no implica una respuesta integral de los aliados, que no se limite únicamente a una respuesta militar, que aunque necesaria, puede ser insuficiente para estabilizar a una zona altamente estratégica.

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