En junio de 2008, la prestigiada revista inglesa The Economist celebró el triunfo del entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos Barack Hussein Obama, sobre su competidora Hillary Clinton. En un entusiasta e inusual editorial, señalaba que en un país cuyo pasado se desfigura por la esclavitud, la segregación racial y la discriminación en los derechos a votar por sus autoridades: “El elegir a un hombre negro como candidato al puesto más alto de su gobierno, es un evento digno de celebrar en su historia, ya que confirma su capacidad de reinventarse y perfeccionarse”. Hoy ese aplauso se ve empañado.
Cabe recordar que su triunfo no lo respaldó la mitad de los ciudadanos de ese país quienes votaron en favor del candidato republicano y… por evitar que un negro llegara a la presidencia. Hoy, la sociedad está dividida y han surgido expresiones políticas y sociales de un extremismo conservador poderoso y activo.
A los pocos meses de su mandato, el presidente Obama enfrentó la peor crisis económica que su país ha vivido en décadas. La economía mundial resintió la quiebra de varios de los principales bancos internacionales creando una ola de desempleo, recesión e incertidumbre que aún no se supera. La economía estadunidense perdió millones de empleos y otro tanto de familias perdió sus viviendas y patrimonio.
Hace unas semanas el homicidio de un hombre afroamericano por un policía blanco, en un poblado de apenas 29 mil habitantes, desató una ola de vandalismo, protestas y enfrentamientos violentos que hicieron evidente la presencia soterrada del conflicto racial. Obama tuvo que enviar a su procurador General a calmar los ánimos.
En el frente internacional, fiel a su promesa de campaña, retiró las tropas de Irak y Afganistán, prohibió las cuestionables prácticas de interrogatorio sancionadas por su antecesor, disminuyó el número de presos en la ignominiosa cárcel de Guantánamo y promovió elecciones democráticas en países con tradiciones autoritarias y represivas.
Hoy, el escenario se ha vuelto en su contra, Irak sufre la embestida de una nueva organización radical islámica, más poderosa y temible que la propia Al Qaeda, lo que lo ha obligado a volver a la acción militar mediante bombardeos disuasivos que buscan impedir que el Estado Islámico tome el poder en ese país.
Con Rusia estableció un acercamiento constructivo. En un principio todo indicaba que la relación entre las dos potencia se encaminaba a su estabilización y entendimiento. Sin embargo, el presidente Putin tenía otra lectura: Estados Unidos no tiene el arrojo ni la decisión de abrir otro nuevo frente bélico, decidió invadir y anexarse la histórica Crimea, lugar de un valor estratégico indudable.
Varios otros frentes han puesto a prueba al mandatario estadunidense: la ofensiva militar lanzada por Israel en los territorios palestinos, la guerra civil en Siria, el surgimiento de grupos terroristas en Nigeria.
En materia de migración Obama ofreció desde su primera campaña reformar el sistema migratorio. Esto generó esperanzas y entusiasmo en la comunidad hispana que se volcó a las urnas, su voto fue determinante para reafirmar su triunfo en la elección.
Pero el asunto resultó más complejo de lo que esperaba. Después de que el Senado aprobó el proyecto de Reforma Migratoria, la Cámara baja se opuso, ni siquiera aceptó discutir la ley enviada por los senadores. En un cálculo equivocado, para paliar la oposición republicana, Obama autorizó la deportación masiva de indocumentados, lo que le valió ser tildado de Deportador en Jefe por la directora del Consejo Nacional de la Raza, la organización mexicana-americana más influyente.
Ante la negativa republicana por legislar en esta materia, anunció que en el verano de este año tomaría decisiones en favor de los indocumentados conforme a las atribuciones que su cargo le otorga, sin embargo, el pasado domingo anunció que no tomará ninguna sino hasta después de las elecciones que tendrán lugar en noviembre.
Las críticas no se hicieron esperar, republicanos y demócratas lo acusan de oportunismo electoral, de no cumplir una vez más con su palabra, que privilegia un cálculo político equivocado al sacrificar a millones de migrantes que viven hoy con la angustia de ser deportados y separados de sus familias.
Gobernar no es fácil y menos cuando se trata de la primera potencia del mundo. Obama hizo historia por el hecho mismo de su elección al dejar atrás un episodio negro de la historia de su país, generó esperanza de renovación.
La realidad histórica supera el deseo humano de cambio. El Presidente que logró un triunfo inesperado, corre así el peligro de quedar en la historia como una esperanza fallida. Ojalá me equivoque.
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