Cumbre del Clima
Este afán de progreso se sostiene gracias a la sobreexplotación de los recursos naturales
Hoy en Nueva York, 120 jefes de Estado y de gobierno se reunirán en la Cumbre del Clima. El objetivo de este encuentro, cuya celebración forma parte de la 69 Asamblea General de la ONU, es el de delinear las bases del nuevo tratado contra el cambio climático, que debe comenzar a elaborarse a finales de este año en Lima y concretarse 12 meses después, en París.
Hasta ahora, las cumbres pasadas no han logrado que los Estados, en particular los que más contaminan (EEUU, China, India y en menor medida Brasil), acepten un instrumento legal que los obligue a reducir la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global. Por ejemplo, desde la administración Bush, el Gobierno de Estados Unidos se ha negado a comprometerse a reducir su contaminación con el argumento de que perjudicaría su economía, y que el único acuerdo logrado en este sentido (el Protocolo de Kioto) excluye de las restricciones a países en desa- rrollo como China e India, que contribuyen en gran medida al calentamiento global. A su vez, los países emergentes se niegan a reducir sus emisiones enunciando su derecho al desa- rrollo y a hacerlo en una escala mucho mayor a la de los países occidentales.
Se trata ciertamente de argumentos de peso. Sin embargo, resulta también evidente que este afán de progreso se sostiene gracias a la sobreexplotación de los recursos naturales, sistema que está provocando una crisis ecológica sin precedentes que amenaza con destruir la forma de vida tal y como la conocemos. Tanto es así que la comunidad científica ha llegado al consenso de que si para 2020 no entra en vigor una convención con nuevos recortes de emisiones, el calentamiento va a producir cambios insostenibles y cualitativos en el ambiente. De igual manera los desastres naturales, que en 2013 provocaron el desplazamiento de 22 millones de personas, revelan que nos estamos acercando aceleradamente al punto a partir del cual será imposible prevenir los peores efectos del cambio climático.
Afortunadamente este nuevo intento para comprometerse en la lucha contra esta amenaza mundial ha llegado con un añadido inédito: la organización, el domingo, en varias ciudades del mundo de multitudinarias marchas contra el cambio climático, que congregaron, según los organizadores, a más de 600.000 personas. El centro de la protesta estuvo en Nueva York, con la participación de al menos 300.000 participantes.
Es de esperar que este multitudinario mensaje sirva para que los políticos logren revitalizar la lucha contra el calentamiento global, que hoy por hoy está estancada; y les dé la motivación necesaria para mirar más allá de las necesidades de corto plazo, superando los intereses mezquinos de los grupos de poder que se oponen a luchar contra la emisión de gases de efecto invernadero, por temor a que les afecte el bolsillo.
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