Speeches and Promises

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En la Cumbre del Clima celebrada esta semana en Nueva York sucedió lo que ya es común en esos encuentros: los mandatarios manifiestan su preocupación, su voluntad para actuar y al final los compromisos son mínimos. Así, un asunto vital para el Planeta queda en espera de definiciones hasta la reunión del año entrante.

Este año nada alteró ese rumbo en la Asamblea de la ONU. Ni siquiera las marchas que a favor del medio ambiente se realizaron los días previos en las principales ciudades del mundo, algunas con cientos de miles de participantes como la que se hizo en la sede de la Cumbre, donde 310.000 personas clamaron por soluciones reales. Esa conciencia colectiva que parece despertarse frente al deterioro de la naturaleza por el calentamiento global no se refleja en la gestión de los Estados ni de las organizaciones internacionales.

O al menos no se concretan. Si bien todos son conscientes del daño ambiental ocasionado por la humanidad y de cómo este se ha acelerado al ritmo de un mundo con más avances tecnológicos y con mayores necesidad de energía para consumir, las acciones para impedir que el promedio de la temperatura global suba 4 grados centígrados más en este siglo no aparecen. Como si ese cambio climático no significara la muerte lenta del planeta.

Si hay algo para resaltar de la reunión a la que asistieron jefes de Estado y gobernantes de 120 países, es el reconocimiento que hizo el presidente Barack Obama sobre la responsabilidad que tienen Estados Unidos y China al ser los mayores emisores de gases de efecto invernadero. El mandatario norteamericano habló de “amenaza creciente y urgente”, instó a alcanzar un acuerdo mundial “ambicioso” que se concrete en la reunión que se realizará en París en el 2015 y dijo que su país y el gigante asiático tienen una “responsabilidad especial de liderazgo” en las decisiones.

Un discurso que para concretarse debería comenzar por ratificar el Protocolo de Kyoto que obliga a los Estados a reducir su emisión de dióxido de carbono en un 5%, y que se han negado a firmar los países que más contaminan, entre ellos Estados Unidos y China. De resto, la Cumbre se fue en los discursos grandilocuentes y los llamados que hacen los países con menor desarrollo económico pero mayores riquezas ambientales para que todos aporten en la salvación ambiental de la Tierra.

Al final se habló del compromiso de recuperar 350 millones de hectáreas de tierras degradadas en el mundo, aunque no se dijo cómo ni qué se va a hacer. También se determinó movilizar US$200.000 millones antes de finalizar el próximo año para invertir en la lucha contra el cambio climático. Pero sólo Francia concretó el aporte de US$1.000 millones al Fondo Verde y la Unión Europea aseguró la donación de US$3.800 en siete años para ayudar a los países más pobres en su lucha contra el calentamiento global.

Del resto, nada se dijo sobre cómo se gestionarán esos recursos. La conclusión, entonces, es la de siempre: que las cumbres sobre el clima dejarán pocos resultados mientras el compromiso de las naciones se quede sólo en el discurso.

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