Cuba Unaware of US Intent to Invade in 1976

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[En la imagen, el ex secretario de Estado estadunidense, Henry Kissinger, en una gala de caridad en Nueva York, el pasado 1 de octubre. ]

Cuba jamás supo, hasta ahora, de la propuesta del ex secretario de Estado estadunidense Henry Kissinger de “machacar” a la Isla en 1976. Néstor García Iturbe, quien representó al gobierno de La Habana en las primeras negociaciones secretas entre ambos países desde el triunfo de la Revolución, asegura que en la última reunión sostenida el 7 de febrero de ese año el ambiente fue distendido y sólo se trató el tema de la visita de ciudadanos residentes en Estados Unidos a sus familiares en Cuba. “No teníamos idea de que Kissinger estaba proponiéndole en ese momento al presidente (Gerard) Ford que arrasara con la Isla. Aquel último encuentro en el aeropuerto nacional de Washington transcurrió con normalidad, aunque sí suponíamos que no todo estaba normal”, asegura García Iturbe, hoy profesor titular del Instituto Internacional de Relaciones Internacionales, de La Habana.

Sus declaraciones a La Jornada se producen a propósito de los documentos desclasificados la semana pasada, contenidos en el libro Back Channel to Cuba (El canal oculto hacia Cuba), de los investigadores William M. Leogrande y Peter Kornbluh, que narra las negociaciones y contactos secretos entre Washington y La Habana desde la revolución de 1959.

El libro revela un memorando del encuentro sostenido entre el Presidente Ford y su Secretario de Estado: “Creo que vamos a tener que machacar a Castro”, dijo Kissinger en una reunión en la Casa Blanca el 25 de febrero de 1976. “Pero no podemos hacerlo antes de las elecciones (presidenciales )”, añadió. “Estoy de acuerdo”, respondió Ford.

Otro documento reseña la reunión con Ford el 15 de marzo de 1976, donde Kissinger comentó que el propósito del bombardeo a Cuba era “humillar” a los cubanos. Planeó, además, minar y bombardear los puertos de la isla y sus instalaciones militares en respuesta a la decisión del gobierno cubano de enviar tropas a Angola. El plan contemplaba una respuesta militar soviética, lo que habría desembocado en una “guerra general”. El ataque, pensado para después de las elecciones, no se produjo, porque fue un demócrata, Jimmy Carter, quien finalmente se alzó en las urnas.

“Sabíamos que no estaban felices con nuestra presencia en África, y lo habían dicho por escrito. Pero ellos estaban financiando en ese momento las fuerzas sudafricanas que invadían a Angola. Nosotros podíamos estar tan molestos como ellos, y no interrumpimos las conversaciones ni planificamos bombardeos”, añade García Iturbe.

Aplazado hasta después de noviembre el bombardeo que pedía Kissinger, Washington optó por utilizar a terroristas subcontratados por la CIA para tratar de “humillar” a la isla. El año 1976 fue uno de los más sangrientos en la historia de las operaciones terroristas organizadas desde Estados Unidos contra la nación caribeña, recuerda García Iturbe. En los últimos seis meses de 1976, terroristas entrenados por Estados Unidos detonaron más de 50 bombas contra instalaciones cubanas en el exterior, incluyendo las dos que causaron la voladura de una aeronave civil de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo.

Uno de los autores intelectuales de ese atentado en el que murieron todos los pasajeros, Luis Posada Carriles, vive en Miami, protegido por las autoridades estadunidenses.

Washington estaba furioso

Piero Gleijeses, profesor de la Universidad Johns Hopkins y autor de la investigación más documentada sobre la presencia de Cuba en la guerra de Angola a fines de los 70 del siglo pasado, Misiones en conflicto, reconoce que el gobierno de los Estados Unidos estaba muy indignado por la presencia militar cubana en África, y que “Kissinger reaccionó como el matón de barrio que es”. “Fidel derrotó al eje del mal (Washington y Pretoria) en Angola y los humilló. Los gringos querían vengarse, y este sentimiento no ha disminuido ni siquiera después de tanto tiempo. Los anglosajones no tienen el sentido de fair play que tenemos nosotros los latinos”, dice Gleijeses a La Jornada.

Asegura que Cuba sí valoró la posibilidad de que su ayuda al gobierno angolano descarrilaría las conversiones con Estados Unidos, pero “estaba dispuesta a pagar este precio – y no solo en aquel momento. Cuando Carter, querían normalizar las relaciones con Cuba siempre que la Isla retirara las tropas de Angola… Y Cuba se negó y no se doblegó al chantaje”.

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