Obama: Finished Too Soon?

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Los pesares en los segundos periodos de los presidentes estadunidenses no son nada nuevo, todos los han sufrido, pero en el caso de Barack Obama parecen haberle llegado antes de tiempo y ser más fuertes que en sus predecesores. El mandatario es sumamente impopular, ha sido traicionado por miembros de su propio gabinete y todo parece indicar que muy pronto tendrá un Senado controlado por enemigos.

Para Ronald Reagan la pesadilla tras la reelección fue el escándalo Irán-Contras, para Bill Clinton el amorío con Monica Lewinsky. George W Bush tuvo el huracán Katrina, mientras el actual presidente parece haber alcanzado dos años antes la condición de “pato cojo”, el término que generalmente se aplica a los últimos meses de gobierno cuando el poder se les escapa de las manos, simpatizantes y opositores voltean al atro lado y se dedican hacer política.

De resultar ciertas las predicciones para el próximo martes, cuando el Congreso tiene elecciones de medio tiempo, los republicanos obtendrán la mayoría en el Senado ayudados en gran parte por la poca satisfacción con el líderazgo del presidente, a quien uno de cada tres estadunidenses culpa por la dirección en que va el país y lo acusan de no saber resolver crisis como la del ébola y la amenza que representa el Estado Islámico.

Todo parece indicar que de controlar los republicanos el Congreso y seguir de mayoría en la Cámara de Representantes, el mandatario pasará lo que queda de su gobierno cruzado de brazos, sin lograr llevar a cabo su agenda, tratando de llegar a un compromiso, aunque sea mínimo, ya que, se espera, le obstruirán todo, no sólo su reforma de impuestos, su propuesta de elevar el salario mínimo y expander la educación preescolar, sino proyectos que prometió y que se pensaba serían los legados claves de su administración, tales como cerrar la prisión de Guatánamo y establecer nuevas leyes migratorias.

Y es en immigración donde se considera que Obama tiene casi ninguna posibilidad de llegar a un acuerdo y obtener apoyo de republicano alguno. No hay que olvidar que el senador Marco Rubio de Florida estuvo con los demócratas y pronto cayó en desgracia con los grupos de derecha. Y qué decir de Eric Cantor, quien era líder de la mayoría y se quedó sin trabajo por ponerse del lado del presidente. “Que Obama se quede sin poder 27 meses antes, es malo para él, pero también para el país y para el mundo”, dice el influyente analista político David Gergen.

Y por su fuera poco, Obama está sufriendo las críticas hechas libros de colaboradores muy cercanos, funcionarios en los que confíó, a los que distinguió con llamarlos a su lado, elogió públicamente y que hoy día hacen dinero criticándolo. Esto ha levantado una polémica no solo sobre lealtad y amor al servicio público, sino sobre los fines detrás de que los textos como el del ex secretario de defensa y ex director de la CIA, Leon Panetta, salgan a la luz justo cuando hay elecciones congresionales en puerta.

Panetta, que recibió tres millones de dólares por el libro, critica al presidente por sacar las tropas de Irak, por su política en Siria y por el manejo de su gabinete y dice que Obama “huye de los problemas, es quejoso y deja ir oportunidades”. Por su parte, Hillary Clinton le ha dicho que “no hay que hacer cosas estúpidas”. Robert Gates, su primer secretario de Defensa, lo acusa entre otros puntos, de negarse a comprometerse en política exterior. Y no solo ellos, también su ex jefe de prensa Robert Gibbs y su más cercano consejero David Axelrod han aparecido en televisión contradiciendo al mandatario.

No en balde el presidente ha empezando a hablar de su vida despúes de Washington y de la influencia que espera tener cuando empaque sus pertenencias de la Oficina Oval. Obama quiere regresar a los temas que le fueron centrales antes de la Casa Blanca, tales como el problema racial y ayudar a los jóvenes de minorías a progresar. Tambien ha dicho que anhela la playa y un coco. ¿Y quién no, en su lugar?

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