Por fin, y por un tiempito, los ciudadanos de este país pueden encender tranquilamente la televisión y disfrutar de su programa favorito sin tener que sufrir el calvario de un barraje de anuncios políticos en los cuales, más que proponer ideas para resolver las crisis presentes y futuras, lo que hacen es anunciar las bondades de los candidatos que los patrocinan y desprestigiar a sus rivales.
Millones y millones de dólares se han gastado los políticos en esta última elección de medio término en Estados Unidos. Para hacerse una idea, solamente en campaña electoral para un puesto de congresista federal entre dos descendientes de cubanos en el sur de la Florida, se gastaron alrededor de 15 millones. Tengo que aclarar que el puesto de congresista federal en Estados Unidos es de dos años, y pasados los mismos se pueden reelegir indefinidamente, por lo que muy pronto comenzarán otra vez con la misma cantaleta y la misma gastadera de dólares.
Y nada que decir de los candidatos a la gobernación del Estado, quienes gastaron, entre ambos, decenas de millones de dólares en anuncios políticos. No hubo un solo día, en los últimos seis meses, que el buzón de correo no se encontrara atiborrado de propaganda electorera. Después de esa cantidad tan enorme de propaganda en busca de votos, lo lógico era pensar que los precintos electorales se abarrotaran de posibles votantes y las urnas se llenaran de boletas, pero una cosa muy distinta sucedió.
En el caso de la Florida, solamente un poco más del 30 por ciento de los inscritos para votar acudieron a ejercer el voto. A los ciudadanos poco les importó que hubiera elecciones. La inmensa mayoría ni tan siquiera se molestó en pedir una boleta por correo y muchos de los que optaron por pedirla la echaron al latón de la basura de sus respectivos domicilios. La abstención electoral ganó por un amplio margen. Está de más decir que la naturaleza ayudó muchísimo, ofreciendo un día soleado y de agradable temperatura, pero eso no creó ni el más mínimo deseo de asomarse por los precintos.
La noticia de que a los ciudadanos de este país no les interesa ejercer el voto en las elecciones periódicas no coge por sorpresa a nadie. Cuando le preguntas a cualquier ciudadano por qué no vota, la respuesta es siempre más o menos la misma y es que no creen que votando vayan a lograr cambiar nada.
Los ciudadanos están cada vez más desilusionados de los políticos, los cuales prometen una cosa cuando están aspirando y terminan por hacer lo contrario cuando triunfan. Se ha creado un círculo vicioso en el cual a los políticos no les interesa lo que piensan sus electores y a estos no les importa lo que hacen los políticos. Los votantes piensan que igual da un candidato que otro, por lo tanto, la mayor parte elige no elegir.
Según lo que alguien una vez me dijo, hay dos formas de ver el que la abstención siga siendo la triunfadora en los comicios electorales: una, la visión de los optimistas, y es que la gente no acude a votar porque se siente muy bien con el sistema y por lo tanto, no ve la necesidad de tener que ejercer el voto ya que, cualquiera que sea el resultado, el sistema se mantiene; y otra, la visión de los pesimistas, que no van a votar pues, cualquiera que salga elegido no va a cambiar nada y, por lo tanto, los problemas seguirán sin ser resueltos. A mi modo de ver, ambos tienen razón: lo mismo es Juana que su hermana.
Como hay dos partidos, que son del águila las dos alas, nada cambia si el Congreso o la Presidencia están en manos del que esté. Demócratas y republicanos son la misma cosa, y las únicas diferencias entre ambos son de forma, no de fondo.
Ahora, los republicanos tienen mayoría en ambas cámaras del Congreso y nada va a pasar en forma distinta a lo que pasaba antes de que tuvieran esa mayoría. Cuando Obama salió electo en el 2008, ambas cámaras quedaron en manos de los demócratas. ¿Y qué pasó? Nada.
Me imagino que algún día se llegue a encontrar la forma que anime a los ciudadanos de Estados Unidos a acudir masivamente a las urnas a elegir su candidato preferido, pero mientras eso no suceda, se seguirán realizando elecciones para que solo una minoría de votantes acuda a las mismas.
I would think that a Cuban journalist would not hesitate to speak the language of CLASS STRUGGLE in his analysis of elections in America. Even liberal Ralph Nader has said for years that corporate America controls both the Democratic and Republican parties. The labor unions here are subservient to the Democrat Party-which now and then manages to throw a dry bone to Big Labor. For decades both parties were loyal to the Cold War ideology of brainless anti-communism. I remember the hysteria over Soviet missiles in Cuba during the 1962 crisis. But it was OK to support a force of counter-revolutionary rebels to invade Cuba? OK to place U.S. missiles on bordering Turkey ? It was OK to attempt to assassinate Cuba’s popular leader Fidel Castro? And long after the collapse of the Soviet Union and end of the Cold War it is still OK -with bipartisan support-to embargo poor heroic Cuba? The fact is the American mind is still poisoned by lying FREE ENTERPRISE propaganda.
The working class voter has no choice but to adjust to this insane social system. But history teaches that ruling classes can oppress the people for only so long. Do you think the collapse of the Soviet Union was the end of history ? That Robber Baron capitalism can mock its democratic Socialist critics for another century ? That a great friend of humanity like Ernesto Che Guevara lived and died in vain ? Is not the TRUTH still revolutionary ? And the human spirit still burns with hatred for injustice ? I can hear the fighting words of the popular musical ” Les Miserables ” …
” Do you hear the people sing ? ”
Let our ONE PERCENT plutocracy tremble !