Worse than the Cold War?

<--

¿Peor que la Guerra Fría?

Ni siquiera durante ese conflicto todo se trataba de ideología, sino de geopolítica, en toda la extensión de la disciplina.

La semana pasada, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, declaró durante el Foro Atlántico de Ideas celebrado en la capital de dicho país, que la Guerra Fría había sido fácil en comparación con la época actual. Esta declaración no revela más que una profunda ignorancia, o bien, está diseñada para disculpar la mal llamada estrategia de “leading from behind”.

Sinceramente, pensar que todo estaba controlado bajo el enfrentamiento ideológico entre Este y Oeste, significa olvidar la infinidad de conflictos que enfrentaron de manera indirecta a las dos superpotencias; guerras en las que se perdieron millones de vidas; inútiles conflictos en diversos países. Significa olvidar que durante esa época, así como ha sucedido en el último decenio, Estados Unidos fue aliado de muchos y enemigo de otros, lo mismo que la Unión Soviética y ahora Rusia.

Este fenómeno parece estar siempre presente al momento de ser un país líder. Estados Unidos se dedicó a ayudar a reconstruir buena parte del mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, dando sobre todo fondos a diversos países… pero igualmente fue acusado de intervencionismo. Cuando no actuó, fue también acusado de omisión. Pero todo viene con el “cargo”: cuando un país es una superpotencia, tiene prerrogativas así como obligaciones y los tiene que asumir, ambos.

En este esquema, no hay que olvidar algo fundamental que algunos todavía parecen no tomar en cuenta: los países no tienen amigos, tienen intereses y eso, ni antaño ni en el futuro va a cambiar. La historia ha probado una y mil veces que el hombre es capaz de hacer maravillas y, a su vez, es capaz de cometer las más grandes atrocidades. ¿O ya los conflictos no tienen que ver con intereses económicos? ¿O los países han dejado atrás su principal objetivo, que es garantizar su seguridad y el bienestar de su población? Solamente aquellos con dignos gobiernos, o que se toman en serio su encargo. En realidad, ni siquiera durante la Guerra Fría todo se trataba de ideología, sino de geopolítica, en toda la extensión de la disciplina.

Así, cuando no se entiende el mundo, suceden muchos desastres. Que Rusia haya decidido la anexión de Crimea —territorio histórico del imperio y valiosa tierra de cultivo— responde, por un lado, al poco respeto que le merecen las estrategias del Presidente estadunidense y, por otro, a que el mundo no es como los idealistas quieren verlo. El mundo es como es.

Lo anterior hace recordar el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial. Se intentó crear un orden idealista bajo el argumento de que todos en el mundo querían paz. Lo mismo sucede hoy en día. Aún sigue habiendo fundamentalismos, como lo ejemplifica de la manera más servil el llamado Estado Islámico; también dictadores, señores de la guerra y piratas.

El mundo no es más complicado. Pero sí requiere de liderazgos y estrategias. Las doctrinas de “inaction instead of action” crean más problemas en lugar de resolver los existentes. Se debe dejar de aspirar a que todos los Estados del mundo sean democráticos; se debe tomar responsabilidades a todos los niveles y dejar claros los límites de las acciones. Desafortunadamente el derecho internacional no alcanza, en tanto los Estados sean soberanos y tengan intereses que perseguir. Habrá más bien que aceptar el mundo tal cual es y trabajar para evitar los conflictos. Estados Unidos sigue siendo por mucho el país más poderoso; pero si no se lo toma en serio, los problemas no van a detenerse. Van a empeorar.

About this publication