Immigration Ball is in Republican Court

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Perder por completo la relación con el legislativo tras las derrotas electorales de la semana pasada, bien puede ser una bendición disfrazada para Obama y su gobierno cuando de migración se trata.

Aún cuando sólo el 8 por ciento de los electores en las intermedias pasadas considera que la migración es una prioridad dentro de los temas importantes que aquejan a la nación, es, sin duda, lo que terminará por darle sentido al legado histórico de Obama en estos dos últimos años de presidencia.

El plan de acción está decidido. Consientes de lo que política y electoralmente representan los hispanos, el tema migratorio será uno que constantemente encabece la agenda mediática de Estados Unidos. La lógica política es demasiado obvia tal y como ocurrió la semana pasada. Si los hispanos no votan abrumadoramente por los demócratas, no pueden ganar. Por ello lo dicho por el presidente durante el recuento de daños tras la elección: sólo o acompañado avanzará en el tema, mientras que los líderes republicanos dicen que pasar por encima del Congreso solo sería encender una polémica que pone en peligro la cooperación entre el Presidente y la mayoría republicana.

La estrategia de la Casa Blanca es clara en dos sentidos. Primero: permitir que los republicanos actúen a nivel legislativo. Estando en control de ambas cámaras, será difícil que no expongan las diferencias tan grandes que hay, dentro del mismo partido, ante la distancia ideológica de la derecha y la extrema derecha. Los mismos republicanos reconocen este dilema. Basta recordar el veto al proyecto de reforma migratoria aprobada por el Senado liderado por los demócratas pero que jamás vio la luz en el congreso republicano de John Bohener. Sería demasiado arriesgado para ellos aprobar una reforma integral porque la base del Partido Republicano se opone, pero por otra parte, también es arriesgado no hacer nada, pues pone en entredicho sus posibilidades para el 2016.

Segundo: la acción ejecutiva. Legisladores y líderes demócratas así como activistas de diferentes partes están presionando a Obama para que amplíe su acción ejecutiva, como lo hizo en 2012, con la llamada Acción diferida, que permite a los inmigrantes que fueron llevados a Estados Unidos ilegalmente cuando eran niños, quedarse en el país, estudiar y eventualmente trabajar. Los detalles de su siguiente edicto aún no están del todo claros, pero se supone que en diciembre extendería las mismas disposiciones de esa orden para un número más amplio de población indocumentada.

Los republicanos no permitirán un triunfo político de Obama, miembros conservadores en ambas cámaras ya planean bloquearlo aprobando una resolución para financiar al gobierno con lenguaje que prohíbe expresamente el uso de fondos federales para la política de inmigración. Saben que cualquier paso firme o frágil, solo o acompañado es un triunfo ante un electorado que ha regalado su voto durante años y que será, una vez mas, quién incline la balanza a favor del próximo habitante de la Casa Blanca.

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