Obama’s Challenges After His Loss

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Los desafíos de Obama tras la derrota

Por Emilio Cárdenas | Para LA NACION

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Suele decirse que las elecciones intermedias norteamericanas se consideran un referendo sobre la gestión del presidente en funciones. Si esto fuera así, el repudio del electorado del país del norte al presidente Barack Obama ha sido claro. Rotundo. Terminante.

Tanto que Obama -no sin hidalguía- lo reconoció de inmediato, manifestando estar dispuesto a trabajar en más en conjunto con la oposición. Esto es con el Partido Republicano, que hoy domina claramente el Parlamento de su país. En la Cámara baja -cuyo control el oficialismo perdiera en 2010- con la situación más confortable desde 1928. En el Senado -perdido ahora por los demócratas, por primera vez desde 2006- con más amplitud que la esperada. Una derrota dura, que debe tenerse como políticamente destructiva para Obama. Como fueran las que, en su momento, sufrieran Richard Nixon, en 1974, o Bill Clinton, en 1994.

El repudio del electorado del país del norte al presidente Barack Obama ha sido claro. Rotundo. Terminante.

En el nuevo Congreso habrá mujeres ocupando 100 escaños. Esto es un 18,7% del total. Entre ellas, la legisladora federal más joven de la historia: Elise Stefanik, de 30 años, que triunfara en uno de los distritos electorales del estado de Nueva York, en la frontera con Canadá.

Esta vez las minorías no salieron masivamente en apoyo de Obama como lo hicieran en 2008 y en 2012. Ocurre que la ansiedad respecto de la recuperación desigual de la economía es generalizada. Así como las dudas acerca de la capacidad -y hasta de la eficacia- de Obama para la gestión. Sumado todo ello a una imagen que resulta cada vez más negativa: la de un presidente que luce indeciso y dubitativo. Tan negativa era esa proyección, que algunos candidatos demócratas le pidieron que no participara en sus campañas por atribuirle una suerte de efecto tóxico.

Obama tendrá ahora que procurar consensos sobre algunos temas domésticos relevantes, en los cuales tiene una visión diferente a la de la oposición, como son la política impositiva respecto de las empresas, la regulación del sector energético y la del financiero, la construcción del demorado oleoducto Keystone XL para transportar el crudo canadiense al mercado norteamericano o mejorar -con urgencia- una infraestructura nacional de perfiles obsoletos. En eso Obama -que ha exteriorizado su disposición a trabajar con todos- juega su propia relevancia.

La historia sugiere que algunos presidentes norteamericanos que de pronto se encontraron en situaciones más o menos similares a la de Obama se concentraron fuertemente en el capítulo de la política exterior.

Como lo hiciera Ronald Reagan, que pudo trabajar de la mano con Mikhail Gorbachov a lo largo del colapso del comunismo. O como Bill Clinton cuando, en Camp David, procurara afanosamente alcanzar un acuerdo para Medio Oriente y estuvo cerca de lograrlo.

Para Obama habrá también oportunidades importantes de actuar en el capítulo externo. La primera de ellas está ya en puertas. Se trata de la posibilidad de actuar de modo de culminar con éxito las negociaciones en marcha de la comunidad internacional con Irán, respecto del peligroso programa nuclear iraní. Preferentemente, antes del cierre del período para ello acordado, que vence el próximo 24 de noviembre.

Obama deberá concertar la marcha de su administración con la del Congreso de su país. Porque ocurre que para algunos líderes republicanos los negociadores han sido ya demasiado condescendientes y, para presionar, creen que es hora de incrementar las sanciones económicas a Irán, sin lo cual suponen que no se podrá obligar a la contraparte a capitular, como pretenden. A pesar de que ello supondría correr el riesgo del colapso de las negociaciones. Perdiendo, en el camino, la unidad que hoy tiene la amplia coalición que enfrenta a Irán, que incluye a Rusia y China. Sin esa multilateralidad no habrá resultados que puedan ser garantizados.

Para Obama habrá también oportunidades importantes de actuar en el capítulo externo. La primera de ellas está ya en puertas. Se trata de la posibilidad de actuar de modo de culminar con éxito las negociaciones en marcha de la comunidad internacional con Irán

El momento para alcanzar un acuerdo es, por lo demás, propicio. Ocurre que la caída del precio internacional del crudo apura a Irán. Por ese factor externo, Irán necesita acordar más que nunca, permitiendo así que se levanten las sanciones que han deteriorado enormemente a su economía. Hablamos de las sanciones norteamericanas, acompañadas -complementariamente- por las sanciones impuestas a Irán -en paralelo- por la Unión Europea, Japón, Corea del Sur, Australia y los Emiratos Árabes. Sin que esto suceda, Irán seguirá en recesión y sustancialmente excluido de los mercados financieros y de capitales. Sufriendo fuertes penurias. Como hoy.

Cabe además apuntar que Rusia tiene, en el marco de un eventual acuerdo con Irán, una oportunidad de mejorar sus relaciones con Occidente, hoy casi congeladas. Como sucediera en su momento, cuando el acuerdo sobre armas químicas con Siria. Ha trascendido que Irán ha dado su conformidad a enviar buena parte de su actual inventario de uranio, presuntamente destinado a su única planta nuclear comercial, la de Bushehr, a Rusia. Lo que permitiría superar uno de los obstáculos de la negociación en curso, desde que dejaría a Irán con menos uranio a disposición del que necesitaría para construir rápidamente una bomba nuclear.

Es evidente que no será simple cerrar la negociación. Quedan otros temas clave aún abiertos. Como el número de centrífugas que podrán seguir operando o el futuro del reactor que produce plutonio o los mecanismos de inspección que permitan anticipar con tiempo cualquier intento de Irán de utilizar su uranio con propósitos militares o la duración misma del acuerdo. Se trata de una estrategia internacional que apunta esencialmente a aumentar el tiempo que Irán tendría para construir una bomba nuclear, si de pronto decidiera hacerlo. Para permitir entonces a la comunidad internacional detectar a tiempo esa aventura. Y enfrentarla. Más que de impedir ex ante, se trata de prevenir, queda visto.

Ocurre que la posibilidad de que Irán produzca armas nucleares depende, en esencia, de la cantidad de uranio enriquecido del que disponga, así como del número y capacidad de las centrífugas (de las 19.000 que ya tiene) que pueda hacer funcionar simultáneamente para purificar uranio a velocidades que superan el sonido y convertirlo en adecuado para su uso con fines militares.

Esta vez, nuevamente en Omán -donde hace un año las partes alcanzaran el primer acuerdo interino sobre este tema- las negociaciones con Irán tienen una oportunidad para avanzar y concluir luego con acuerdos en Viena. Obama debe cuidar de no frustrarla por desavenencias o desencuentros insuperables entre el Ejecutivo y el Congreso norteamericanos.

Otra área importante a conducir entre el presidente Obama y su Congreso es la de los tratados internacionales que los Estados Unidos negocian en procura de liberar el comercio internacional

Si se logra un acuerdo sobre la cuestión nuclear -sólo después de que el Congreso norteamericano se pronuncie sobre sus detalles- será posible moderar el antagonismo y achicar algo la distancia que, desde 1979, existe entre Irán y los Estados Unidos y concertar las acciones necesarias para poder enfrentar con algún grado de éxito a un peligrosísimo enemigo común: el Estado Islámico. Y así comenzar a estabilizar a Medio Oriente, lastimado por la terrible guerra facciosa entre “sunnis” y “shiitas”, que ha desmembrado a Irak y Siria.

También la crisis que existe con Rusia desde que este país anexara ilegalmente a Crimea y Sebastopol podría transformarse en un área de cooperación entre Obama y su Congreso. En esto el presidente norteamericano fue criticado durante la campaña por su aparente debilidad frente a lo acontecido. Razón por la cual, no es imposible que sea enérgicamente instado a adoptar una estrategia de dureza, que de pronto podría incluir nuevas sanciones económicas.

Otra área importante a conducir entre el presidente Obama y su Congreso es la de los tratados internacionales que los Estados Unidos negocian en procura de liberar el comercio internacional. Como son el proyecto de acuerdo comercial transatlántico, con la Unión Europea, o el que avanza lentamente respecto de los países de Asia. Los propios correligionarios de Obama, esto es los legisladores demócratas, no estuvieron dispuestos a concederle los poderes necesarios para avanzar con buen ritmo y posibilidades ciertas de éxito, otorgándole el llamado “fast-track”. El predominio de los republicanos en el Congreso podría ahora posibilitarlo.

Para el Partido Republicano, dentro de la tarea que le espera está incluida la tarea de forjar una nueva identidad, a la vez, moderna y atractiva. Y la posibilidad de mostrar una capacidad y eficiencia en la gestión. Esto será decisivo a la hora de intentar -quien quiera termine siendo su candidato presidencial- la aventura de tratar de vencer a Hillary Clinton, que nuevamente apunta a vivir en la Casa Blanca, transformándose en la primera mujer en la historia que se consagra presidente del país del norte.

Por último, cabe preguntarse si -como consecuencia de la reciente elección- habrá algún cambio sustantivo en la relación de los Estados Unidos con nuestra región. Salvo los casos de México y de algunos de los países abiertos del Pacífico, probablemente todo siga como hoy: con nuestra subregión casi fuera del radar. Con la posible excepción de Brasil, país que -por su propio peso- debería moverse en dirección a recomponer una relación con los Estados Unidos, hoy distante. La actitud general puede ser similar a la del último libro de Henry Kissinger sobre el orden mundial, que casi no gasta tinta en América latina. Sin decirlo, eso es tenerla por irrelevante.

Respecto de la Argentina, algunos legisladores republicanos nos conocen bien y probablemente sean menos condescendientes con nosotros que los demócratas. Evitando caer en los desafíos o provocaciones que aparezcan.Manteniendo previsiblemente el frío, hasta que lleguen los obvios cambios de conducta capaces de modificar la situación..

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