La propuesta del presidente Barack Obama para solucionar la situación migratoria de más de cuatro millones de indocumentados, como es lógico, ha despertado mucho interés entre las comunidades hispanoparlantes estadounidenses y en los países de donde proviene la mayoría de estas personas. Sin embargo, es imprescindible que los gobiernos de México, Guatemala, El Salvador y Honduras dediquen tiempo, esfuerzo y recursos para explicar en qué consiste el plan.
Es positivo que desde ayer algunas organizaciones de inmigrantes dentro de Estados Unidos, así como las autoridades del país, se estén dedicando a analizar qué es posible esperar realmente. Lo principal, a nuestro juicio, es señalar que debido al aumento de presencia de autoridades en la frontera existen muchas más posibilidades de que los inmigrantes indocumentados que intenten desde ahora cruzarla sean capturados y deportados, porque no se incluyen en la medida anunciada el jueves por la Casa Blanca.
Las personas elegibles podrán pedir la suspensión de las deportaciones y solicitar autorizaciones de trabajo. Quienes tienen un familiar que sea residente legal, también pueden acogerse, con la idea de no alargar la separación de las familias. Se trata de ayudar a quienes quieren seguir las reglas y pagar impuestos, mientras el presidente intenta lograr el apoyo de distintos sectores para llevar adelante su iniciativa y sigue trabajando con el Congreso para pasar acciones consensuadas.
Es necesario insistir en que el gobierno guatemalteco se embarque en una campaña de advertencia y de información para quienes desean viajar sin documentos. Las solicitudes serán aceptadas hasta principios del año entrante, y quien oculte datos o mienta respecto de su situación, podrá ser deportado. Urge advertir a los connacionales del peligro de estafadores o de gente deseosa de ayudar pero sin conocimiento suficiente. Los trámites se deben efectuar solo en ventanillas oficiales.
Por aparte, los gobiernos y diplomáticos del triángulo norte centroamericano necesitan continuar trabajando para acelerar lo que debe hacerse con los niños indocumentados que causaron la reciente crisis fronteriza de Estados Unidos. Otro tema es el viaje en el tren conocido como la Bestia y todas las vicisitudes y peligros que acechan a quienes, a pesar de las advertencias, se lanzan a la aventura de buscar un sueño que en demasiados casos se ha convertido en una pesadilla, y tampoco hay que olvidar la amenaza que representan los narcotraficantes.
El momento es propicio para que Estados Unidos considere en serio eliminar la corriente migratoria ilegal, que se debe, sobre todo, a la violencia criminal y a la falta de oportunidades de trabajo. Hay mucho que decir de esto y valdría la pena que hubiera reuniones con los presidentes de los países exportadores de mano de obra, para tratar sobre inversiones, créditos, reducción de la criminalidad y demás acciones dirigidas a que ya no sea necesario para nadie abandonarlo todo, dejar a su familia y arriesgarse a llegar a un lugar donde cada vez se evidencia más que no es bienvenido ni es la solución a sus problemas.
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