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Estados Unidos y Cuba acordaron ayer restablecer relaciones diplomáticas y profundizar el diálogo bilateral para poner fin al bloqueo económico y comercial de Washington a La Habana, vigente por 53 años. Histórica decisión que América Latina recibe con denodada alegría.

Aunque el anuncio sobre ese deshielo, que marca formalmente el fin de la Guerra Fría, sorprendió al mundo, fue el resultado de varios meses de intensas y secretas negociaciones arbitradas por el Papa Francisco y alentadas por el Gobierno de Canadá.

Con tal iniciativa, el presidente Barack Obama inscribe su nombre con letras doradas en la historia universal, por la valentía demostrada al enfrentar prejuicios y esquemas imperiales que han sido superados por realidades económicas y políticas que emergen de un mundo convertido en aldea global.

Al presidente Raúl Castro le cabe la distinción histórica de anunciar a su pueblo el virtual fin del bloqueo y el inicio de la reconciliación con el poderoso vecino y con la extensa diáspora de compatriotas exiliados en territorio estadounidense y en otras naciones.

Las compuertas del entendimiento se abrieron con la liberación por parte de Cuba del contratista estadounidense Alan Gross, así como a un espía que llevaba 20 años en prisión, y de Washington liberar a tres reclusos cubanos, acusados de espionaje.

Obama ha tenido el valor de reconocer que “el aislamiento no funcionó” y que el bloqueo contra Cuba “provoca enormes daños humanos y económicos”, por lo que anunció que de inmediato su Gobierno levantaría restricciones económicas y de viaje.

Con su exitosa mediación, el papa Francisco ha hecho realidad aquel sublime ruego del fenecido pontífice Juan Pablo Segundo durante su histórica visita a La Habana, de que “Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”.

Gobierno y pueblo dominicanos reciben con denodado entusiasmo las buenas nuevas sobre el comienzo del fin del bloqueo contra Cuba y del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre las patrias de José Martí y de Abraham Lincoln.

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