The CIA Laid Bare

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La CIA al desnudo

El pasado 9 de diciembre, la Comisión de Inteligencia del Senado de Estados Unidos sacó a la luz el resumen ejecutivo de un Informe sobre el programa de detención e interrogación desarrollado e implementado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) durante la presidencia de George W. Bush, a raíz del atentado a las torres gemelas en septiembre de 2001. La brutalidad de los métodos empleados ha conmocionado a la comunidad internacional.

Tras cuatro años de investigación y más de cuarenta millones de dólares invertidos, la mayoría demócrata del Senado ha producido lo que algunos analistas consideran la crítica más severa a la CIA en cuarenta años.

La Sicología de la tortura

Según relata el Huffington Post, en un artículo del pasado 9 de diciembre, los sicólogos James Elmer Mitchell y Bruce Jessen, ambos exmilitares, recibieron 81 millones de dólares de la CIA para desarrollar y monitorear un programa de detención e interrogación para sospechosos de terrorismo. Los métodos debían ser diferentes de aquellos tradicionalmente empleados por la CIA y el FBI. Curiosamente, el hecho de que Mitchell y Jessen no tuviesen ningún conocimiento sobre terrorismo, Al Qaeda, o siquiera la cultura, la región o la lengua de los interrogados, fue considerado por la CIA como un valor agregado.

Las técnicas de tortura desarrolladas por Micthell y Jessen, que incluyen la simulación de ahogamiento, la simulación de entierro, la privación de sueño, la reclusión en cajas con insectos (dependiendo de las fobias de los interrogados), entre otras, tenían como objetivo crear tal nivel de impotencia e indefensión que el detenido otorgase la información deseada.

Los métodos son tan crueles, que según indica la articulista Jane Mayer, en la edición del 22 de diciembre del New Yorker, los interrogadores de la CIA habrían buscado asegurarse que los detenidos permanecerían incomunicados por el resto de sus vidas, so pena de que revelasen las brutales torturas que habían sufrido. Quizás eso explica el por qué no se le ha permitido un juicio público a ninguno de los detenidos en la base de Guantánamo.

¿Sirvió de algo?

Es importante recordar que el Presidente George W. Bush dijo en reiteradas ocasiones que el programa de interrogación era humano y legal, alegando que la información obtenida había sido instrumental para impedir nuevos ataques terroristas y capturar a líderes de Al Qaeda. El exvicepresidente Dick Cheney y varios exaltos funcionarios de la CIA, por su parte, han alegado que la información emanada de los interrogatorios fue fundamental para encontrar a Osama Bin Laden.

El Informe del Senado cuenta una historia muy diferente: sometidos a técnicas brutales de tortura los interrogados generalmente daban información falsa, en muchos casos implicando a personas inocentes, con consecuencias fatales. La información que sí se obtuvo, resultó no ser de gran valor. Lo cual permite concluir que las torturas no jugaron ningún papel en impedir complots, capturar a terroristas o encontrar a Bin Laden. Es decir, no sirvieron de nada.

La ira de los republicanos

El exvicepresidente Dick Cheney ha catalogado el Informe de “puras patrañas”, el Senador Mitch McConnell -que pronto asumirá la presidencia del Senado- ha declarado que se trata de un documento “ideológicamente motivado y distorsionado”, y el segundo republicano en la jerarquía del Senado, John Cornyn, ha dicho que no se debe criticar a la CIA, sino que se le deben dar las gracias. A esto se le suma que republicanos leales a George W. Bush, bajo cuya presidencia se desarrolló el programa de torturas, han lanzado una página web refutando los principales hallazgos del Informe (ver Mark Mazetti, New York Times, 9 de diciembre de 2014).

Hasta ahora solo se conoce el Resumen Ejecutivo de 524 páginas que la Comisión de Inteligencia del Senado de Estados Unidos permitió que fuese desclasificado. En enero de 2015, los republicanos asumen la presidencia del Senado, y cabe la posibilidad de que nunca se conozcan las más de 6.000 páginas restantes que contiene el Informe.

¿Qué va a pasar entonces?

El relator para contraterrorismo de las Naciones Unidas, Ben Emerson, declaró que es necesario sancionar a los responsables. Pero hasta ahora un solo funcionario de la CIA ha sido detenido, no por haber implementado la técnica de simulacro de ahogamiento, sino por haber revelado sus detalles a la prensa.

Como dice el experto sobre las tensiones entre democracia y tortura, Darious Rejali, (citado por Jane Mayer en The New Yorker), la ventana para rendir cuentas sobre atrocidades cometidas es de cinco a seis años. Esa ventana parece ya haberse cerrado. Y como agrega Rejali, “nada predice mejor el comportamiento futuro como la impunidad por los crímenes cometidos”.

Así las cosas, ¿quién sancionará a los responsables de estas violaciones?

alfredotorocarnevallu@gmail.com

@alfredotoro1

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