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Edited by Nicholas Eckart
El acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos se produce 56 años después del rompimiento de relaciones entre las dos naciones, luego de presiones del papa Francisco y otras instancias internacionales; entre ellas la intervención del propio primer ministro ruso, Vladimir Putin, quien está justamente inquieto por la enorme cantidad de toneladas de gas natural que envía mensualmente a la isla caribeña y que los rusos necesitan para sostener su economía.
Rusia mantiene una peligrosa confrontación en la región de Crimea, donde está el grueso de sus tropas y, lo más importante, posee el gas natural que necesita.
A Rusia poco le interesa ahora el futuro de Cuba, país que está preocupado por el giro que ha tomado su economía. Por ese motivo, Raúl Castro, sustituto de su hermano Fidel en el poder, ha cambiado su posición política y económica desde hace dos años para ofrecer una tímida apertura diplomática a sus ciudadanos en el exterior, principalmente en Estados Unidos. También ha abierto sus fronteras a la importación de modernos productos del mundo globalizado en que vivimos, algo que estaba vedado.
El mundo está cambiando y las relaciones entre naciones sufren un vuelco fenomenal, en que cada uno tiene que ver qué hace para adaptarse al nuevo orden. Por eso, el régimen cubano ha propiciado una aproximación con los gringos -situados tan cerca y tan lejos- en tanto, Barak Obama, presidente estadounidense, ha visto esta como una atractiva oportunidad para hacer negocios con Cuba y estrechar sus vínculos, la paz y concordia. Además, de esta forma, Vladimir Putin se libra de su compromiso con Fidel Castro al dejar que los cubanos vean cómo se las arreglan solos para subsistir. La historia no se atasca, sino que va cambiando conforme pasa el tiempo.
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