El western (como la gauchesca) son géneros crepusculares: la civilización está llegando y el hombre libre de los campos se despide. En estos días acaba de morirse Darren Winfield, el cowboy de Marlboro entre 1968 y 1989. Es la muerte de un símbolo, una despedida al cuadrado.
Para los norteamericanos, el hombre de Marlboro es la representación del vaquero masculino, solitario e independiente que enciende su cigarrillo mientras -otro crepúsculo- cae el sol en el Cañón del Colorado.
Hubo cuatro hombres de Marlboro desde la década del 50, y todos murieron por causas derivadas del consumo del cigarrillo: enfisema, insuficiencias respiratorias o cáncer al pulmón.
También estamos despidiendo al símbolo de otra especie: la de los fumadores.
El revisionismo, que escribe todo de nuevo, ya está inventando para el cine una raza de nuevos cowboys sin cigarrillo, con pulmones sanos. Entregarán su vida a las balas, pero jamás a la nicotina.
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