Desde el segundo semestre de 2014 el dólar estadounidense se ha fortalecido respecto de varias divisas mundiales como el euro, la libra, el franco suizo, el yen, el real, etc. La recuperación de la economía estadounidense y el debilitamiento de las economías de la eurozona, China, Japón y de países emergentes parecieran explicar este comportamiento.
Sin embargo, la divisa que más ha perdido terreno frente al dólar es el euro, que llegó a cotizar el mes que transcurre al nivel más bajo en nueve años. La economía estadounidense ha crecido 5% en el tercer trimestre de 2014, viene reduciendo el desempleo continuamente y registra niveles bajos de inflación. En contrapartida, la economía de la eurozona no ha registrado crecimiento en el segundo trimestre de 2014, mantiene elevados niveles de desempleo y registra una inflación interanual negativa de -0,2% a diciembre de 2014, debido principalmente al menor costo de la energía, producto de la caída del petróleo.
Ante el estancamiento de la economía de la eurozona y el nulo impacto de la tasa de interés de referencia que se ha mantenido en niveles cercanos a cero durante la gestión 2014 (actualmente se encuentra en 0,05%), es inminente que el Banco Central Europeo (BCE) aplique la medida no convencional —denominada flexibilización cuantitativa— de imprimir euros para adquirir bonos públicos, a fin de reducir las tasas de interés de largo plazo, e inyectar liquidez para fomentar el consumo y la inversión. Esta inminente medida está ocasionando que los inversionistas deshagan sus posiciones en euros y busquen alternativas de inversión más seguras y rentables como los bonos públicos estadounidenses, situación que está contribuyendo a debilitar aún más el euro.
Para las economías que exportan bienes (caso Japón, Alemania, Italia, etc.) el debilitamiento de sus monedas frente al dólar contribuye a mejorar sus exportaciones, porque como los precios de esos bienes se cotizan en moneda local, los importadores requieren menos dólares para adquirirlos. Sin embargo no es el caso de las economías que exportan materias primas, porque los precios de éstas se cotizan en dólares, por lo que su demanda puede verse afectada negativamente por parte de aquellos países importadores cuyas monedas se están debilitando frente al dólar, ya que requerirían utilizar más moneda local para adquirir los dólares con los que pagarían las materias primas. Consiguientemente, en un escenario de mayor fortalecimiento del dólar, es posible que los precios de las materias primas continúen cayendo.
Mientras el BCE está a puertas de aplicar medidas no convencionales, el banco central estadounidense (Fed), que dejó de aplicar dichas medidas en octubre de 2014 debido a la recuperación que registra la economía estadounidense, está analizando la posibilidad de subir la tasa de interés de referencia (actualmente entre el 0% y el 0,25%) en algún momento de 2015. Si ello llegara a suceder, el dólar continuaría fortaleciéndose, ya que sería más atractivo invertir en Estados Unidos, donde se pagarían mejores intereses. Pero no sería una buena noticia para las empresas de ese país, porque tendrían que pagar un mayor costo financiero, y con un dólar fuerte, exportarían menos. Dependerá del crecimiento, el desempleo y la inflación (favorecida por los bajos precios del petróleo) en la economía estadounidense durante 2015 para que la Fed tome la decisión de subir o no la tasa de interés de referencia y el momento de hacerlo.
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