The First Stone

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Editorial: La primera piedra

El proceso de deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que comenzó de manera sorpresiva a finales del año pasado, experimentará hoy y mañana un fogonazo más con la histórica reunión entre diplomáticos de alto nivel de ambos países, que se efectuará en La Habana.

Por Cuba estará Josefina Vidal, encargada de los asuntos de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien tendrá como interlocutora mañana a Roberta Jacobson, subsecretaria del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado. Hoy, las delegaciones dedicarán el día a buscar consensos en el tema migratorio.

Es un hecho histórico en la medida en que es el primer encuentro en 35 años de funcionarios de alto nivel de los dos países. Existe gran expectativa, por el revuelo que produjo en el mundo la noticia de la flexibilización del embargo. Propósito que irá, bueno es recordarlo, hasta donde las facultades ejecutivas de Obama lo permitan, habida cuenta de que su levantamiento total está en manos de un Congreso de mayoría republicana.

Lo anterior debe considerarse a la hora de prever qué frutos puede dar una cita cuyos objetivos principales son revisar acuerdos alcanzados en el pasado, con el objetivo de que la migración entre ambos países tenga unas reglas claras, y poner a funcionar las embajadas.

Si al terminar, además de logros en estos dos puntos, se han priorizado temas en una agenda que observadores reconocen como extensa y se han definido tanto un marco como una hoja de ruta que permitan a ambos países reconstruir relaciones, se podrá decir que se ha dado un paso decisivo.

Ayudará que el ambiente previo es favorable. Cumpliendo con lo acordado con Washington, Cuba acaba de liberar a 53 presos políticos. Obama, por su parte, expidió en diciembre un paquete de medidas, consecuencia también de este pacto inicial. Pasos previos que demuestran que existe voluntad de parte y parte, lo que ya es un avance significativo si se compara con el panorama de hace apenas meses.

Lo cierto es que el camino es largo y no solo involucra a los gobiernos; asimismo, a los pueblos. En el caso cubano, el desafío es lograr el tránsito de la hostilidad a la convivencia. Esto incluye modificar un relato con hondas raíces entre la gente en el que EE. UU. desempeña el rol de antagonista, de chivo expiatorio. Aunque ya ha habido manifestaciones favorables, como las que se produjeron en las calles de La Habana tras la intervención de ambos mandatarios para anunciar la novedad, habrá que ver qué tan representativas son.

Este mismo aspecto en EE. UU. es más importante por tratarse de un régimen democrático. Aquí hay que traer a colación la encuesta del Pew Center, según la cual un 63 por ciento de los ciudadanos de este país estaría a favor de levantar el embargo. Bueno también mencionar la carta publicada esta semana y firmada por 78 políticos y antiguos funcionarios de ambos partidos, en la que plantean estar de acuerdo en que el enfoque dado a las relaciones con este país en las últimas décadas fue equivocado.

Estamos, en suma, ante la primera piedra de una larga reconstrucción. El siguiente paso será el de asentar los cimientos en terreno aún muy inestable. Pero es un buen principio.

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