Early Going for Netflix in Cuba

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De la misma forma que para conseguir un buen lugar en algunas playas hay que levantarse a las seis de la mañana y bajar a la arena a las 7.00 a.m., cuando se trata de captar una cuota de mercado es muy recomendable pisar cuanto antes la plaza en cuestión. Netflix, el grupo estadounidense que produce contenido audiovisual y lo distribuye a través de Internet, ha iniciado su negocio en Cuba al calor del restablecimiento de relaciones entre la isla y Estados Unidos. La primera impresión es paradójica. Cuba apenas tiene Internet (la tasa de penetración ronda el 5%), el grueso de la población desconoce probablemente que puede obtener algún servicio en la Red y el precio que ofrece Netflix (7,99 dólares mensuales) es caro en relación con el sueldo medio cubano (unos 20 dólares). Cuba es un país poco bancarizado, con un porcentaje mínimo de uso de tarjetas (que se exigen para pagar la contratación de series y películas). Mastercard ha anunciado que operará en la isla a partir del 1 de marzo y American Express lo hará en breve. El caso es que mientras se alcanzan las condiciones óptimas, Netflix hará negocio en un mercado muy restringido, casi desértico.

A favor del negocio está, como queda dicho, la ganancia temprana de cuota de mercado. Pero no solo eso. Netflix juega también —y sobre todo— con el intangible de la confianza. Confía exactamente en que la apertura promovida por Obama y Raúl aumentará la presencia bancaria en Cuba, elevará los intercambios comerciales, subirá los salarios y ayudará a conformar una clase media. Ese es el mensaje implícito en la decisión de Obama: la democratización y la creación de riqueza serán más fáciles sin bloqueo que con bloqueo. Netflix ha captado la idea y se ha puesto en primera fila del negocio potencial.

Una apuesta tan arriesgada tiene valor sentimental. Los directivos de Netflix podrán explotar en el futuro que ellos fueron los primeros en confiar en el mercado cubano; y los cubanos agradecerán seguramente el gesto (en función también de los precios, tampoco hay que excederse en el almíbar) con una identificación mayor en un mercado que vende sentimientos. Juntándolo todo, el paso de Netflix no es tan descabellado.

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