Cuba Places Conditions on Its Rapprochement with the United States

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Cuba anunció que condiciona fuertemente el restablecimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. Antes de hacerlo, el gobierno de la isla pretende, entre otras cosas, que los EE.UU. (i) le devuelvan la base naval de Guantánamo (ii) levanten el embargo comercial que aún pesa sobre ella y (iii) compensen a Cuba por los daños causados por el embargo a lo largo de los años en que estuvo vigente con cientos de millones de dólares de pretendidas compensaciones, sin que se mencione una palabra sobre las compensaciones que corresponden por las confiscaciones cubanas de propiedades de empresas y personas de los EE.UU.

Esto, a cambio de la reconciliación. Para Raúl Castro, sin que esas tres condiciones se materialicen ex ante, la normalización de las relaciones con el país del norte simplemente “no hace sentido”.

Parecería evidente que, por el momento al menos, Cuba no tiene demasiado apuro en concretar la normalización anunciada por los gobiernos de ambos países el pasado 17 de diciembre. Aunque lo cierto sea que habrá que ver cuán rígido es efectivamente el aparente condicionamiento, porque si la delicada situación económica de Venezuela de pronto se complica y sus importantes subsidios al gobierno de la isla se reducen, no es imposible que el mismo pueda eventualmente flexibilizarse.

El anuncio, realizado después de varias reuniones bilaterales entre Cuba y los EE.UU. destinadas a consensuar el proceso de normalización, genera ahora una dosis de escepticismo acerca de la voluntad cubana de efectivamente ir adelante con este tema y sugiere que, de cualquier manera, el camino a recorrer no será transitado vertiginosamente, sino más bien con pasos lentos.

Las condiciones aludidas, que Cuba acaba de hacer conocer en la reciente reunión del Celac son -en los hechos y si los EE.UU. decidieran que están dispuestos a aceptarlas, lo que no parece demasiado probable- prácticamente imposible de cumplir. Al menos en el corto plazo. Entre otras cosas, porque la lamentable prisión de Guantánamo aún no está en condiciones de ser cerrada.

Por lo demás, la lista de condiciones no se agota en las tres antes mencionadas. Es larga. Y ambiciosa.

Exige asimismo que desde los EE.UU. se dejen de emitir programas de radio y/o televisión con contenidos críticos respecto de lo que sucede en la isla que aún está gobernada por un régimen que nada tiene de democrático y que no respeta, ni los derechos

humanos, ni las libertades civiles de su propio pueblo.

Éste es un requerimiento típico de quienes no creen en la libertad de expresión, ni en la libertad de prensa. Es, además, una exigencia sin contrapartida de ningún tipo. A lo que cabe agregar que Cuba exige, asimismo, ser inmediatamente excluida de la lista norteamericana de aquellos países del mundo que exportan terrorismo, lo que supone -entre otras cosas- que Cuba ya no apoya al terrorismo que opera en Colombia.

En la reunión regional, pese a los anuncios cubanos antes reseñados, la presidente del Brasil, Dilma Rousseff, felicitó a los líderes de Cuba y los EE.UU. por sus esfuerzos en dirección a la normalización de sus relaciones que, dijo, serán provechosos para cubanos y norteamericanos, “pero también para el continente entero”. De ser exitosos, es así.

Así están hoy las cosas. Un embargo que ya no tenía sentido va felizmente camino a eliminarse. Paso a paso. Todo puede ciertamente cambiar en función de las circunstancias, pero el camino de la normalización entre las dos naciones será arduo y nada sencillo. Además, al menos aparentemente, será lento.

Dejar atrás más de medio siglo de desencuentros no es tarea simple. Pero no hay peor esfuerzo que el que no se hace..

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