Estados Unidos dice que allá no son bienvenidos los corruptos ni los violadores de derechos humanos. ¿Cuándo dejó de aceptarlos?, cabe preguntarse, pues durante décadas Miami y Nueva York (por solo mencionar dos ciudades) han sido la guarida de nuestros corruptos más notables, desde expresidentes y sus amantes/esposas (dicho en orden cronológico) hasta funcionarios ladronzuelos de cuarta o quinta categoría. Y también de toda clase de esbirros, torturadores y verdugos.
Además, esas metrópolis imperiales han sido y son el refugio de los empresarios corruptos, como por ejemplo los banqueros doblemente bellacos, esos que se robaron lo reales del público y luego los de los auxilios estatales en aquellos tiempos maravillosos de la IV República.
Al hacer un recorrido histórico muy somero podemos observar que ciudades enteras de EEUU se han edificado en parte con el dinero mal habido de vivianes de la ayer, hoy y siempre. En los años 70, 80 y 90 cientos de pillos de cuello blanco financiaron con su plata sucia la construcción de condominios en el opulento sur de Florida. Y si nos venimos más acá en el tiempo, podemos ver cómo mucho corrupto de esos que alguna vez llevaron ropajes rojos -con el cuento de que eran revolucionarios-, también ha ido a parar allá, con el cuento de ser exiliados políticos. Hay tipos que de no haber robado en sus cargos de alcaldes, gobernadores o generales preñados (de buenas intenciones) no habrían podido pasar en EEUU más de dos semanas… y ya llevan 13 años, échele usted números.
Ahora, si hablamos de personas que han violado los derechos humanos y son muy bienvenidas en el imperio (muy por el contrario de lo que proclama el Departamento de Estado) tenemos que comenzar por el abominable martirizador de presos políticos y terrorista Luis Posada Carriles. Si Washington pretendiera tener autoridad moral para decir lo que dice en esta materia, lo primero que tendría que hacer es expulsar a semejante engendro. Pero no, al contrario, el sujeto allá es una celebridad y tal vez un día de estos hasta le hagan una estatua. Y nadie puede decir que ese despreciable individuo haya actuado así por sus desviaciones personales. Él es un producto del sistema made in USA cuyo propósito fue y ha sido siempre reprimir movimientos populares y violar derechos humanos en toda América Latina y en cualquier lugar del mundo donde alguien se oponga a los designios de la superpotencia.
Es un hecho comprobado que el gobierno gringo enseñó a los militares y policías de las peores dictaduras del Cono Sur y de Centroamérica cómo matar y torturar mejor. En el caso venezolano fue el gran maestro de quienes perpetraron crímenes de lesa humanidad durante décadas, incluyendo la macabra invención de la gente desaparecida. Además del crápula antes nombrado, hay varios venezolanos por nacimiento que se pasaron la vida entera torturando y reprimiendo violentamente, y han ido a pasar sus “años dorados” en ese país que jura no admitir asesinos. Allá viven en chancletas, bermudas, camisas floreadas y sombreritos playeros, haciéndole resistencia al rrrrégimen mientras toman piñas coladas y cantan, con toda razón, ¡God bless América!
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