Una nueva generación de cineastas triunfa en un Hollywood que absorbe inteligencia global
El año pasado fue Alfonso Cuarón el que se impuso con Gravity; esta vez ha sido otro mexicano, Alejandro González Iñárritu, el que se ha convertido en el verdadero triunfador de la última edición de los Oscar. Son mexicanos, pero el cine que hacen no tiene que ver con los tópicos que se asocian a la cinematografía de su país. Tampoco es que haya ganado la industria mexicana, porque son películas producidas y rodadas con actores y equipos de otras nacionalidades. Y, sin embargo, tanto Cuarón como González Iñárritu se reconocen como mexicanos, y como mexicanos agradecieron sus galardones. La suya, como la de otros realizadores de su país —Guillermo del Toro es un buen ejemplo— es una historia de creatividad y talento. Y de perseverancia: la de tocar una puerta detrás de otra hasta salirse con la suya.
No hay en lo que hacen ningún afán por reivindicar unas señas de identidad concretas, ni de articular un mensaje con las marcas propias de un país postergado que se reivindica: simplemente cuentan historias, lo hacen bien y por eso emocionan a gentes muy distintas que ven sus películas en cualquier rincón del mundo. Como tantos otros profesionales que han conseguido imponerse en la meca del cine, conocen los secretos de su oficio y procuran ir más allá. Gravity destacaba por ser un prodigio de ejecución técnica y, en Birdman, González Iñárritu ha explorado la compleja sintaxis del plano secuencia para darle una extraña unidad a la historia de ese hombre que lucha por reinventarse a sí mismo.
Para entender lo que está pasando quizá sea oportuno fijarse en el director mexicano de fotografía Emmanuel Lubezki, que ganó el año pasado un Oscar por Gravity y este año ha obtenido otro por Birdman; o fijarse en los cuatro responsables del guion de la película de Iñárritu, donde participaron también dos argentinos; o, incluso, acordarse de que también estaba nominado otro mexicano para el premio al mejor sonido, y que finalmente no ganó. Todos crecieron hablando en español, se formaron al sur de Estados Unidos y luego se trasladaron al corazón de la industria del cine donde han batallado durante años por conquistar un lugar en el Olimpo. Lo han conseguido. Muchos son amigos y cómplices, así que saben potenciarse unos a otros. Y luego está otro aspecto fundamental: Hollywood, que siempre ha sabido reconocer el talento para proyectarlo al mundo entero. Esta vez, con acento mexicano.
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