Por iniciativa del presidente estadounidense, Barack Obama, el vicepresidente Joe Biden visitará Guatemala a inicios de marzo, y se reunirá con los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras, para impulsar el proyecto Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte de Centroamérica, con el cual el Gobierno norteamericano busca crear las oportunidades de desarrollo económico e institucional para que los ciudadanos de los tres países centroamericanos no tengan la necesidad de emigrar a Estados Unidos en busca de un mejor futuro económico.
Obama considera que una inversión de $1,000 millones puede ayudar mucho a esta región. En términos económicos, es una inversión norteamericana modesta. En términos prácticos, es posible que ayude a mitigar la migración indocumentada y sus efectos. El Banco Interamericano de Desarrollo tendrá la coordinación técnica del plan. Pero es importante determinar correctamente lo que se necesita en estos países, pues el dinero debe ser bien utilizado, y que no ocurra de nuevo lo sucedido en el pasado, cuando las cantidades donadas iban a parar a manos privadas y al final se perdían, sin tener ningún efecto en la vida nacional y social.
Por ello, primero es importante determinar las actividades económicas donde podría tener impacto social esta inversión norteamericana, segundo que el dinero no lo ejecuten los gobiernos de la región, y tercero, que tampoco los sectores privados tradicionales tengan acceso a estos recursos. La razón es que ellos tienen otras prioridades y no ejecutarán los recursos como le conviene más a la población. Sería más conveniente que los recursos se ejecuten a través de cooperativas o empresas extranjeras ajenas a los mercados del Triángulo Norte. Así se podrá llegar adonde se tenga que llegar, se desarrollarán las actividades económicas necesarias para estos pueblos y se reducirá mucho la posibilidad de que los recursos se pierdan en corrupción.
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