Keystone XL: Obama, Harper and Peña Nieto

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Keystone XL: Obama, Harper y Peña

Nieto

Susana Chacón

El 26 de febrero el presidente Obama vetó la construcción del

oleoducto Keystone. La decisión aprobada por el Congreso la

rechaza el Ejecutivo por diversas razones. Ésta tiene

consecuencias en el ámbito interno pero también en la

relación de EU con Canadá y, en menor medida, con México.

Se trata de la construcción de un oleoducto de mil 900

kilómetros desde la Provincia de Alberta en Canadá, hasta el

Golfo de México, en el estado de Texas. Su objetivo: llevar

petróleo pesado del noroeste de Canadá al Golfo. Si se

tratase tan sólo de la construcción de un ducto, la decisión se

hubiese tomado desde 2008. Los tiempos han sido mucho

más largos de lo esperado por múltiples intereses: Tanto a

favor como en contra de Keystone.

Existen razones políticas de peso. Obama puede tomar

decisiones ejecutivas o vetar las medidas que afecten el

interés nacional y su interés, en este caso, en cuanto a evitar

el daño al medio ambiente. Frente a una mayoría republicana

en el Congreso, el Ejecutivo se ve cada vez más limitado por

inmovilismo, con el que es imposible tomar decisiones ni

llevar a cabo políticas a menos que sean favorables al Partido

Republicano.

El sistema de pesos y contrapesos de los padres fundadores

de Estados Unidos se volvió ineficaz. Se instauró para evitar que alguno de los tres poderes

concentrara demasiado control y llegase a ser un actor autoritario. Buscaba equilibrio entre los tres.

Actualmente esto no sucede. El sistema se utiliza para bloquear a demócratas en contra de

republicanos y viceversa sin considerar el interés nacional. Es la lucha de todos contra todos sin

una visión de país. De ahí que el veto del Ejecutivo sea un excelente mecanismo para desatorar

medidas intolerantes. En este caso los republicanos se defienden diciendo que el oleoducto crearía

un número alto de empleos, reduciendo los costos de los energéticos e incrementando su oferta;

los demócratas plantean razones ambientales. El daño como consecuencia de la construcción del

ducto, argumentan, tendrá repercusiones globales. Además sostienen que con precios tan bajos

del petróleo, no es necesario Keystone ya que lo pueden traer de otras partes pagando menos.

Desde que llegó a la presidencia, ésta es la tercera vez que Obama hace uso del veto. Las otras

dos ocasiones se trataba de temas menores y que no afectaban la relación con terceros países.

Con Canadá, la postura estadounidense ha tensando la relación bilateral. Harper está muy enojado

por lo lento del proceso pero más importante aún, porque comulga mucho más con los valores

republicanos que con los de Obama. Además, Alberta es la provincia más competitiva y una de las

principales economías canadienses. El mercado petrolero es fundamental en la Provincia y, acabar

con la construcción de Keystone, ocasionará una gran afectación a su economía, al empleo y a las

migraciones que llegan. Su exportación de petróleo mantiene, en buena medida, la economía del

país. Canadá, a pesar de ser un socio importante para EU, se ha visto afectado en muchas

ocasiones aunque esté en el TLCAN. Sucedió en su entrada al Acuerdo Transpacífico. Ésta se vio

limitada porque los estadounidenses no querían que se sumara. Ante su malestar, Harper no sólo

aplazó ya la Cumbre Trilateral, que le toca organizar este año, sino que además se dice que con

los mismos mecanismos del TLCAN, TransCanadá puede demandar al gobierno de EU dado que

sus inversiones se han visto afectadas por un retraso de 6 años en las decisiones. No obstante, el

peso hegemónico estadounidense se mantiene y los costos pueden ser solo económicos. No se

piensa en América del Norte. Se impone la próxima elección presidencial.

México tendría un doble interés. Aprovechar el veto. 2014 fue el año en que EU le compró menos petróleo pues lo traía de Canadá a pesar de que no existía Keystone y/o, replantear sus objetivos

dada la caída en su producción. Es necesario instrumentar adecuadamente la reforma, pero con la

transparencia suficiente, que evite más problemas internos y nos legitime en el exterior.

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