Netanyahu and Obama between War and Dialogue

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Más allá de la humillación que representó para el presidente Obama la intervención de Netanyahu ante el Congreso de Estados Unidos, invitado por los republicanos sin la anuencia del Ejecutivo para pronunciar un discurso incendiario en contra de la política de Washington de entablar negociaciones con Irán en torno a su programa nuclear, existen dos factores insoslayables que explican lo ocurrido: el primero es la polarización de la política estadounidense, jaloneada por la derecha extrema republicana, que abre las puertas a que el premier israelí pronuncie un discurso en el Capitolio ante las dos Cámaras reunidas en sesión conjunta para intentar dinamitar la política exterior de Obama en torno al programa nuclear iraní.

El segundo factor tiene que ver con los intereses de Israel en Medio Oriente, que pretende mantener su hegemonía nuclear en la región. Habría que preguntarse qué significado tiene el desacuerdo de fondo expresado por Netanyahu y la respuesta de Obama rechazando el discurso de más de 40 minutos ante el Congreso, sin la aprobación de la administración Obama y a unos cuantos días de las elecciones en Israel. Netanyahu pretendió con su discurso destruir el trabajo que funcionarios del gobierno de Obama han realizado durante más de un año para abrir negociaciones con Irán en torno a su programa nuclear. Pretendió dinamitar las negociaciones sobre la base de tres argumentos: que Irán no ha demostrado buena voluntad hacia Israel y otras naciones; que Irán apoya los actos terroristas en el mundo; rechazó la idea de que puede tener cierta confiabilidad porque está combatiendo al Estado Islámico, afirmando que éste e Irán compiten por la corona del islam militante.

En resumidas cuentas y como lo afirmara Obama, lo que pretende Netanyahu, violando las reglas más elementales del respeto entre Estados, es llevar adelante una política que no abre opciones a las negociaciones que encabeza Washington con Irán. “No ofreció ninguna alternativa viable a las conversaciones nucleares con Irán”. La única opción que se deriva del discurso de Netanyahu es que Irán siga siendo considerado un Estado terrorista con el que no se puede negociar. Y por lo tanto, que deba ser tratado como enemigo.

Hay que recordar que Israel, en el pasado reciente, lanzó amenazas sobre bombardear instalaciones nucleares de Irán. Creíbles por cierto, porque bombardeó años atrás instalaciones nucleares de Irak. Incluso, vale la pena recordar que la principal razón que esgrimió George W. Bush para invadir Irak fue un supuesto tráfico de armas nucleares, nunca probado, pero sí rechazado por los inspectores de Naciones Unidas.

Israel desarrolló armas nucleares en la década de los ochenta… Nunca firmó el Tratado de No-Proliferación Nuclear. Pero contó con el apoyo abierto y de facto de los Estados Unidos. No es posible pensar que deba haber más armas nucleares en el mundo, sino menos. Es importante la continuidad de las negociaciones sobre el programa nuclear iraní, que han entrado en su fase final con la participación de los 5+1 (China, Reino Unido, Francia, Rusia, Estados Unidos más Alemania).

Pero si no hubiera alternativa al diálogo, entonces quedaría solo la opción del conflicto, de la guerra. ¿Es eso lo que pretende Netanyahu? Hay dos políticas para Oriente Medio: la guerra y la paz. Israel muestra nuevamente que pretende la primera. No se trata sólo de una política defensiva por parte de Tel Aviv, sino de mantenerse como el único Estado que tiene armas nucleares en Medio Oriente.

La mejor salida sería el desarme nuclear total de todos los Estados de la Región, como sucede en America Latina que con el Tratado de Tlatelolco cerró un convenio regional de no desarrollar armas nucleares. ¿Estaría dispuesto Israel? Israel es el único país que tiene armas nucleares en Medio Oriente.

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